sábado, 12 de octubre de 2019
lunes, 23 de septiembre de 2019
EL VIEJO SAMURÁI
En las frases e historias orientales encontramos una enorme sabiduría
que podríamos considerar clásica porque todavía hoy, pese a los siglos
que han pasado, siguen gozando del gusto de la relevancia y la
pertinencia. Por eso ahora nos centramos en otra de esas bellas historias con una gran lección de vida, la del viejo samurái.
Una de las muchas fases que se le atribuyen a Buda dice que “estamos en este mundo para convivir en armonía. Quienes lo saben no luchan entre sí”. Una sabia sentencia que tal vez sea útil para saber cómo dar respuesta adecuada a una provocación. Así pues, conozcamos ya la historia del viejo samurái, muy similar en este sentido.
No obstante, toda su sabiduría y experiencia era aprovechada por los jóvenes, a los que el anciano guerrero enseñaba. Aun así, una leyenda pendía en torno al samurái, y es que por muchos años que hubieran pasado, podía vencer a cualquier rival, por formidable que fuera.
Un verano en su casa apareció un guerrero célebre por ser poco caballero. Su carácter provocador creaba malestar en sus adversarios, que bajaban la guardia movidos por la ira y atacaban con ceguera. Por eso se propuso vencer al viejo samurái, para incluir su fama dentro de la leyenda propia que pretendía escribir con su actitud.
Sin embargo, este guerrero de oscuras artes poco pudo hacer para provocar al anciano.
Y por más que pasaban las horas, el samurái no sacó la espada, lo que
hizo que su enemigo se diera por vencido y se sintiera humillado.
Pero los alumnos del anciano se sintieron muy molestos por lo que consideraban cobardía por parte de su maestro. Así pues, reprocharon al samurái que no blandiera la espada, lo que este respondió que igual que un regalo que te hacen y no aceptas pertenece a quien lo vino a entregar, también la ira, la rabia y los insultos, al no ser aceptados, son propiedad de quien los profirió. Salvo que los aceptes y los tomes como tuyos, claro.
Sin embargo, si somos capaces de responder, pero no de reaccionar, podríamos mantener esa serenidad que cualquier momento requiere. Es decir, que si no entramos en sus provocaciones, en aceptar sus regalos envenenados, respondiendo de forma consciente y evitando sus presentes tóxicos, evitaremos el contagio de su veneno.
Una de las muchas fases que se le atribuyen a Buda dice que “estamos en este mundo para convivir en armonía. Quienes lo saben no luchan entre sí”. Una sabia sentencia que tal vez sea útil para saber cómo dar respuesta adecuada a una provocación. Así pues, conozcamos ya la historia del viejo samurái, muy similar en este sentido.
El viejo samurái
Cuenta la historia hace tiempo vivía en las cercanías de Tokio un viejo samurái vencedor en muchas batallas, motivo por el que era muy respetado. Sin embargo, su tiempo como luchador había pasado.No obstante, toda su sabiduría y experiencia era aprovechada por los jóvenes, a los que el anciano guerrero enseñaba. Aun así, una leyenda pendía en torno al samurái, y es que por muchos años que hubieran pasado, podía vencer a cualquier rival, por formidable que fuera.
Un verano en su casa apareció un guerrero célebre por ser poco caballero. Su carácter provocador creaba malestar en sus adversarios, que bajaban la guardia movidos por la ira y atacaban con ceguera. Por eso se propuso vencer al viejo samurái, para incluir su fama dentro de la leyenda propia que pretendía escribir con su actitud.
Pero los alumnos del anciano se sintieron muy molestos por lo que consideraban cobardía por parte de su maestro. Así pues, reprocharon al samurái que no blandiera la espada, lo que este respondió que igual que un regalo que te hacen y no aceptas pertenece a quien lo vino a entregar, también la ira, la rabia y los insultos, al no ser aceptados, son propiedad de quien los profirió. Salvo que los aceptes y los tomes como tuyos, claro.
Qué podemos aprender de la historia del viejo samurái
Como imaginas, podemos aprender valiosas lecciones de la historia de este viejo y sabio samurái. Porque en realidad, todos cargamos con insatisfacciones, ira, frustraciones, culpa y miedo. Sin embargo, eso no significa que debamos contagiar nuestra frustración a otras personas.No obstante, por más cargas que portemos, siempre encontramos a otras personas mucho más tóxicas que nosotros mismos. Personas destructivas que se disfrazan con la intención de ayudar para perjudicar, generar culpa, restar valor a nuestro esfuerzo y alimentar nuestros miedos e inseguridades.“Aferrarse a la ira es como agarrarse a un carbón caliente con la intención de tirárselo a alguien; tú eres el que te quemas”.-Buda-
Sin embargo, si somos capaces de responder, pero no de reaccionar, podríamos mantener esa serenidad que cualquier momento requiere. Es decir, que si no entramos en sus provocaciones, en aceptar sus regalos envenenados, respondiendo de forma consciente y evitando sus presentes tóxicos, evitaremos el contagio de su veneno.
Aprendamos a responder de forma consciente
Si aprendemos a responder de forma consciente a las provocaciones en lugar de reaccionar casi como resortes, será más difícil que nos ofendan. De esta forma no estamos indefensos, pues no nos sentimos atacados por necedades. Para ello es muy útil:- Descubrir qué nos hace reaccionar y en qué situaciones perdemos el control. Así podemos racionalizar para evitar estos estallidos.
- Dejar atrás el pasado. Lo hecho, hecho está, pero no podemos vivir siempre con vergüenza o miedo por lo que sucedió tiempo atrás. Aprendamos para que no se repitan errores, porque ese aprendizaje es precisamente el que nos fortalece y el que nos da seguridad, pese a no haber acertado.
- En este caso, controlar las emociones será muy útil. Si nos dejamos llevar, es fácil perder el control. Si racionalizamos, identificamos eso que nos puede hacer daño y lo racionalizamos, estaremos preparados para evitar todo tipo de toxicidad.
Un popular refrán dice que “no daña quien quiere, sino quien puede”. Así que en nuestra mano está, igual que hizo el viejo samurái, aceptar o rechazar lo que el otro pretende que asumamos como nuestro.“Cualquier palabra debe ser elegida con cuidado por las personas que la escucharán y serán influidas para bien o para mal”-Buda-
lunes, 5 de agosto de 2019
domingo, 16 de junio de 2019
sábado, 19 de enero de 2019
PRINCIPIOS DE LA ORDEN SUFI NAQSHBANDI
Principios de la Orden Sufi Naqshbandi
LOS ONCE PRINCIPIOS DEL SENDERO NAQSHBANDI
Los primeros ocho principios son de ‘Abd
ul-Khaliq Ghujduwani (1220) Los tres últimas premisas fueron agregadas
por Baha ad-din Naqshband (1390).
1. Estar conciente de la respiración/ conciencia del momento presente
(Hûsh dar dam)
“Cada respiración que se exhala desde el
interior debe ser emitida conciente y atentamente, de modo que la mente
no se pierda en el olvido”.
Bahâ’ud-dîn Naqshband dijo: “La base del
progreso en esta senda se fundamenta en la respiración. Cuanto más
capaz es uno de estar conciente de la propia respiración, más fortaleza
tiene su vida interior. El estado del momento presente de uno debe ser
observado en cada respiración, sin distraerse pensando en el pasado o en
el futuro. Mientras se inhala y exhala, el intervalo entre ambas
respiraciones debe ser observado, de modo que ni la inhalación ni la
exhalación ocurran descuidadamente”.
A medida que el buscador o peregrino
espiritual ejercita su vigilancia en el momento presente, por ejemplo
recordando su respiración, su atención se fijará y se concentrará en
cada respiración, hasta que esta se acabe.
Sa’d ud-dîn Kâshgarî agregó: “Hôsh dar
dam es acompañar la respiración atentamente sin caer en distracciones,
manteniendo el recuerdo de lo Real en cada inspiración que tomemos”.
El Sheikh Abul Janab Najmuddin al-Kubra
en su libro Fawatih al- Jamal (Las eclosiones de la belleza) escribió
sobre el Dhikr, recuerdo de Dios durante la respiración, y sobre el
secreto de la respiración: “La invocación fluye de la respiración de
todos los animales [y humanos], lo deseen o lo rehúsen; ascienda o
decaiga su aliento. En cada hálito se eleva y desciende el término “ha”,
que es el nombre de Dios. Waw, última letra vocalizada con el alif ‹en
el nombre huwa (Él) ‹es el nombre del espíritu; parte de los servidores
de la esencia y permite alcanzar la unión [con Dios]. El término ha [de
la respiración] es el mismo que se encuentra en el nombre Allâh. La
letra alif y la doble lam sirven para establecer y redoblar la
determinación, respectivamente.”
En el Rashahât ‘Ain al Hayât se lee que:
La ‘ha’ en el Divino nombre ‘Allâh’ es el mismísimo sonido que todos
nosotros realizamos en cada respiración. Las otras letras (deletreadas
en árabe: alif y lâm duplicada) representan un artículo definido
intensificado que sirve para enfatizar la Singularidad de Allâh. La
parte esencial del Divino Nombre es por esta razón la ‘ha’, la cual
automáticamente acompaña cada respiración de todo ser vivo. Toda la vida
depende en la constante pronunciación de ese noble Nombre. Y al
buscador de conocimiento profundo le es fundamental reconocer este hecho
sutil y mantener la conciencia de estar con Allâh en cada respiración.
Por mucho tiempo se ha pensado que el
alma se encontraba en la respiración. “Los primeros pensadores
visualizaban el alma sensorialmente como el cuerpo de respiración”.
Estar atento a cada respiración nos hace tornar concientes del alma y
del cuerpo interno, o esencia, el cual pertenece al momento presente.
En el sendero espiritual de los
Khwajagan, estar concientes durante la respiración es uno de los
principios más importantes. Los que recorren este camino, consideran que
es una gran trasgresión volverse inconsciente del respirar.
2. Presta atención a tu paso
(Nazar bar qadam)
Dirígete constantemente hacia tu objetivo.
Sa’d ud-din Kashghari agregó: “Vigilar
tus pasos significa que cuando el buscador espiritual se traslada de un
lado a otro debe atender solamente a la punta del pie que da el paso,
sin distraerse con aquello que no debiera mirar”. Cuando la atención del
principiante es atraída hacia los colores y formas fuera de sí mismo,
su estado de recuerdo lo abandona y se estropea, y él o ella pierden su
objetivo. Esto se debe a que al comienzo del viaje el buscador
espiritual no tiene el poder del “recuerdo del corazón”, entonces cuando
su vista cae sobre los objetos, su corazón pierde la conexión y su
mente se dispersa.
Vigilar el paso también puede referirse a
prestar atención a las circunstancias, sintiendo cuando es el tiempo
indicado para la acción, cuando es el tiempo de inacción y cuando es
necesario establecer una pausa. Algunos han dicho que Nazar bar qadam es
una expresión que se refiere a la sabiduría natural de la disposición
de uno.
Fakhr ud-Din Kashifi comentó: “Nazar bar
qadam alude al camino que el peregrino recorre a través de los estadios
de desapego de su existencia, y de abandono de su egocentrismo y
egoísmo.
De estas tres interpretaciones, la
primera se refiere a como debiera el principiante poner en práctica este
aforismo, la segunda se refiere a aquellos que se hallan a mitad de
camino y la tercera a es para los que están alcanzando su objetivo.
3. El viaje de retorno al Hogar
(Safar dar watan)
Tu viaje es hacia tu Hogar. Recuerda que
estás trasladándote desde el mundo de la ilusión hacia el mundo de la
realidad. El peregrino va desde el mundo de lo creado o creación, al
mundo del Creador.
El viaje de retorno al Hogar es la
transformación que saca al ser humano de su estado de sueño subjetivo
para que pueda cumplir su destino divino.
En el Rashahat-i ‘ayn al-haya dice: “[El
viaje se refiere al] recorrido que el buscador espiritual realiza
dentro de su propia naturaleza humana. En otras palabras, él o ella pasa
de las cualidades humanas hacia las cualidades angélicas, cambiando lo
censurable por lo loable”.
El sheikh Ahmad Sirhindî (1624) comentó:
“Esta expresión bendita [recorrer la tierra natal] significa viajar
dentro de uno mismo. La fuente del resultado yace en poner la [práctica]
final al principio, lo cual es una de las características del Sendero
Naqshbandi. Y a pesar de que este auto-recorrido también puede
encontrarse en otras tariqas, o escuelas de sufismo, en ellas esta
práctica se encuentra en la etapa final, después de haber ‘viajado por
los horizontes’ [refiriéndose a los versos del Corán (41:53): “Les
mostraremos Nuestros signos en los horizontes y en ellos mismos hasta
que sepan que Él es lo Real”.]
“Viajar por los horizontes” es
trasladarse de un lugar a otro. Al principio del camino espiritual,
puede significar dejar el hogar para encontrar a un maestro espiritual.
En generaciones pasadas, también se usó este principio cuando había
necesidad de romper con las ataduras a nivel de confort, lugar y hábito,
cuando el peregrino se había instalado, acostumbrado y familiarizado
con un lugar y su gente. Ellos elegían viajar para experimentar el
vaciamiento total.
Safar dar watan significa viajar dentro
de uno mismo, observándose, examinando las reacciones propias, y viendo
cómo estas actúan sobre uno.
Esto refleja la importancia que el sendero Naqshbandi pone en sobre los estados, estadios y procesos internos.
Sé un residente en lo externo y deja que tu corazón sea el que viaje. Viajar sin piernas es el mejor modo de viajar.
PALABRAS DE TECUMSEH
Perteneció al pueblo indígena shawnee. Se opuso a los Estados Unidos de América del Norte durante la llamada guerra de Tecumseh y la guerra anglo-estadounidense de 1812.
Nació en Scioto River (Ohio) en 1768 y, muerto en 1813, descansa en la isla Walpale (Canadá).
Según la historia y la leyenda, fue un hombre sabio, respetado y admirado incluso entre sus enemigos blancos.
Guarda en tu corazón estas memorables palabras de Tecumseh:
Vive la vida de modo que el temor de la muerte no pueda entrar nunca en tu corazón.
No importunes a nadie acerca de su religión.
Respeta a los demás y sus puntos de vista, y exige de ellos que respeten el tuyo.
Ama tu vida, perfecciona tu vida y haz más bellas todas las cosas que hay en ella.
Trata de prolongar tu vida y que su propósito sea servir a tu pueblo.
Prepara una noble canción funeraria para el día en que tengas que cruzar la gran división.
Saluda siempre con una palabra o con un gesto cuando en un
lugar solitario te cruces o te encuentres con un amigo, o incluso con un
extraño.
Muestra respeto por todas las personas y no te postres ante nadie.
Cuando te despiertes por la mañana, da las gracias por la
comida y por la alegría de vivir. Si no ves ningún motivo por el que dar
gracias, la culpa es solo tuya.
No maltrates a nada ni a nadie, pues ese maltrato convierte a los sabios en tontos y le roba la visión al espíritu.
Por Carlos Hernández Soto
martes, 8 de enero de 2019
SER SAMURÁI
1
Practica el gi (la integridad). Tradicionalmente, los samuráis vivieron según el código moral y ético conocido como bushido. Si bien es cierto que los samuráis han desaparecido, las virtudes centrales del código bushido
siguen describiendo una vida honorable y moral que se puede seguir
perfectamente en la actualidad. La primera de estas virtudes es la
integridad.[2] Un samurái siempre
se esfuerza por hacer lo correcto, incluso (y en especial) cuando es
difícil. Un samurái escoge el camino que es mejor para un bien mayor
cuando se le presenta decisiones difíciles, incluso si no es lo mejor
para sí mismo.
- Un ejemplo moderno: Kate por casualidad comete un error cuando postula para la universidad en línea. En lugar de brindar su correcta calificación promedio de la preparatoria de 3.5, escribe 3.9. Kate luego nota su error, pero solo después de que envió la solicitud. A pesar de que el error la hace ver como una mejor candidata, y está muy segura de que nadie lo notará, envía un correo electrónico al Departamento de Admisiones para comunicar su error para asegurarse de que se le juzgue justamente para preservar su honor.
2
Practica el yuuki (el coraje). Los samuráis no huyen de hacer actos difíciles (incluso si son imposibles).
Se presentan con un rostro fuerte y se esfuerzan para desempeñar su
deber incluso si se enfrentan a unas circunstancias intensas y a unas
probabilidades poco probables. Ten en cuenta que esto no quiere decir
que un samurái nunca tiene miedo. Todas las personas se asustan. En lugar de ello, un samurái sigue esforzándose para completar la labor que tiene que hacer.
- Un ejemplo moderno: Joe tiene miedo de volver al campo de fútbol después del medio tiempo. Su equipo está perdiendo, los jugadores del otro equipo lo insultan después de cada juego y él sabe que su entrenador lo avergonzará en los casilleros por las intercepciones que ha lanzado en el primer cuarto de tiempo. Después de un corto momento de reflexión, él regresa al campo con la cabeza erguida. En su mente, su objetivo es tener el mejor segundo tiempo a pesar de su miedo y de las probabilidades difíciles que enfrenta.
3
Practica el jin (la amabilidad o la benevolencia).
Si bien es cierto que los samuráis se recuerdan en la actualidad
principalmente por su fiereza en el campo de batalla, en sus vidas
diarias, fueron de todo menos crueles. El samurái ideal era un
acompañante cálido con sus amigos (aunque siempre fue digno), sus
familiares y los desconocidos; trataba a las personas que conocía con
amor y compasión. En la actualidad, puedes seguir la virtud del jin
al esforzarte al máximo para vivir una vida llena de amabilidad humana,
incluso cuando te topas con personas que no se lo merezcan en especial.
- Un ejemplo moderno: el nuevo estudiante en la escuela es una persona rara, no habla con nadie, no parece tener una buena higiene y actúa nerviosamente cuando tiene que hablar en frente de las personas. Shawn lo ve sentándose solo en una esquina de la cafetería y decide sentarse a su lado y esforzarse para entablar una conversación. Ya sea que el nuevo estudiante resulte ser el tipo de persona que simplemente es tímida o una persona que es tan extraña como todas las personas han dicho que es, sigue mereciéndose la misma compasión que Shawn le daría a cualquiera de sus amigos.
4
Practica el rei (la cortesía y la etiqueta).
Lo creas o no, los samuráis se esforzaban por ser unos caballeros
perfectos en sus interacciones diarias y se esforzaban para ser mortales
en el campo de batalla. Esta virtud difiere del jin (la
amabilidad) en el hecho de que describe un conjunto preciso de
costumbres y comportamientos sociales que constituían la cortesía en
Japón en ese tiempo. Si bien es cierto que puede ser poco práctico
participar en las ceremonias de té del periodo feudal de Japón, puedes
practicar el rei al actuar según las nociones modernas de la cortesía y la etiqueta de los caballeros y las damas.
- Un ejemplo moderno: por alguna razón, al cajero en la tienda de comestibles no le agrada Kim. Siempre que pasa por la caja, él frunce el ceño y no dice nada más que "¿Quieres algo más?". Kim no está segura si al cajero no le agrada la manera en que se ve, ya sea que dijo un comentario con el que no concordó en el pasado o si el problema se trata de otro tema totalmente diferente. A pesar de esto, ella decide saludarlo con una sonrisa y con una conversación cortés todos los días. Quizás algún día, él aprenderá a actuar de la misma forma.
5
Practica el makoto (la honestidad). Un samurái debía ser honesto en sus palabras y en sus acciones. El código bushido
dictaba que siempre se debía decir la verdad, no se debía mentir
intencionalmente y nunca se debía actuar intencionalmente de una manera
para hacer trampa o engañar a una persona. Actuar de esta forma era
demostrar respeto por las leyes de la naturaleza del universo y del
cosmos, y nunca actuar de manera deshonesta. Por ello, el samurái debía
actuar de esta forma.[3]
- Un ejemplo moderno: después del trabajo, uno de los compañeros de trabajo de la oficina de Sandeep le dice que recibirá una llamada de su novia, a quien Sandeep ha conocido. Le pide a Sandeep que le diga que los dos fueron al bar de la localidad a beber anoche y se quedaron ahí hasta que se cerró. Sandeep, quien estuvo en casa con su familia, se disculpa y se rehúsa cortésmente. Su compañero se frustra, pero Sandeep no se rinde. Él no mentirá intencionalmente, en especial no para ayudar a alguien a salirse con la suya por un tema inmoral.
6
Practica el meiyo (el honor). Un samurái
valoraba su honor por encima de casi todo, incluso algunas veces por
encima de su vida. Los samuráis se esforzaban para que se les admirara y
se les elogiara por su fortaleza, competencia y virtud. Normalmente,
ser deshonrado no podía suceder ya que cuando se les ponía en una
posición en la que se enfrentaban con un fracaso mayor (como perder su daimyo en una batalla importante), no era poco común que cometieran suicidio al hacer un seppuku (un ritual de destripamiento) para preservar su honor.[4] A pesar de que las prácticas como seppuku
son muy extremas para el mundo moderno, las personas que quieran vivir
como un samurái deben ser cuidadosas de la manera en que viven su vida
afecta su honor y su reputación.
- Un ejemplo moderno: cuando Isabella llega a casa de clases un día, encuentra una invitación a una fiesta de disfraces en una hermandad prestigiosa en la que ha tratado de hacer amigas. A pesar de que al principio se sintió encantada, sus esperanzas se estrellan cuando ve que las organizadoras de la fiesta han escogido una temática racista. A pesar de que se muere por participar en la comunidad griega de la universidad, decide faltar a la fiesta e ir a otra en una hermandad menos prestigiosa. Ella no querría que su reputación se manchara al asociarse con una situación sucia.
7
Practica el chugi (la lealtad). Los samuráis
no eran nada más que personas fieles a sus señores, sus clanes y sus
temas. Se esperaba que un samurái siguiera las órdenes de su daimyo con obediencia absoluta. Los samuráis incluso firmaban contratos de sangre con su daimyo, en los que juraban lealtad a todo el linaje de su señor.[5] Si bien es cierto que este tipo de lealtad extrema está fuera de lugar en la era moderna, sigue siendo posible practicar el chuugi
al ceñirse a las personas en tu vida que te dan honor en los momentos
de dificultad, como tus amigos, tus familiares y las personas que
depende de ti.
- Un ejemplo moderno: Tim y su hijo siempre han tenido una relación difícil. Cuando Tim trata de ayudar a su hijo a tomar las decisiones correctas en su vida, los dos siempre han terminado en una discusión alterada. Ahora, su hijo se casará con una mujer que a Tim no le agrada. A pesar de sus reservas extremas, Tim decide estar al lado de su hijo en su boda ya que es su hijo y lo amará sin importar lo que pase.
Consejos
- ¡Recuerda que no tienes que ser un chico para ser un samuráis! A pesar de que históricamente casi todos los samuráis fueron hombres, existieron algunas mujeres guerreras, llamadas onna musha, en la historia y en la literatura tradicional japonesa, como en Heike Monogatari.[15][16]
- El honor es el primer paso en el camino a ser un buen samurái. Siempre piensa acerca de cómo tus acciones harán que las personas te vean y esfuérzate al máximo para nunca actuar de alguna manera que te haga verte como una persona endeble, mezquina, cobarde o mala.
- Trata de hacer una investigación independiente con libros, artículos y páginas web a tu disposición si te gustaría aprender más acerca del estilo de vida de los samuráis. El libro Bushido: El camino del samurái, del esccritor Tsunetomo Yamamoto, está disponible en versión impresa y electrónica por un precio asequible.[17]
Advertencias
- A pesar de que los samuráis son guerreros, no pelean a menos que absolutamente no tuvieran otra opción. Los samuráis verdaderos no utilizan su poder a la ligera.
Referencias
- ↑ http://www.meijishowa.com/calendar/4274/08-05-1876-japan-abolishes-samurai-system
- ↑ http://www.theartofcalligraphy.com/seven-virtues-of-bushido
- ↑ https://sites.google.com/site/projectsamurai1010/the-code-of-the-samurai
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