Jesucristro dice: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán
a Dios."
Mucho más tarde, hace apenas cien años, Sri Ramakrishna, otra Encarnación
Divina dijo: "La pureza de corazón es absolutamente necesaria para lograr la
visión divina."
¿Qué es la pureza de corazón? Seguramente, ni Jesucristo ni Ramakrishna
hablaban del corazón fisiológico. Por "corazón" debemos entender la sede de
nuestros sentimientos e incluso de nuestros pensamientos. Así que el sentido de
estas palabras es que debemos purificar nuestros pensamientos y nuestros
sentires. ¿Cómo se hace? Ese es el tema de hoy: la práctica.
Mis queridos amigos, les digo por mi experiencia de vivir tanto tiempo aquí y
también en la India, lo que ocurre es que la gran mayoría de las personas,
aunque tenga de vez en cuando un pequeño deseo de lo espiritual, no hacen
ninguna práctica adecuada. Esas personas que buscan la revelación divina son en
su mayoría, hogareños (laicos) y, sin duda, están muy ocupadas con diversas
tareas. Pero gran parte de esas tareas no les son impuestas sino que las agregan
por sus propios deseos. Entonces, lo primero que debemos hacer para purificar el
corazón es tratar de discernir bien y no agregar más de lo que es absolutamente
necesario para llevar una vida de relativo bienestar.
Los que siguen el sendero del conocimiento, que es dificilísimo para los
hogareños, practican el discernimiento puro "esto no, esto no" (todo lo que
conocemos nosotros es "no" para ellos, porque todo "esto" es pasajero y no
brinda ninguna ayuda para la visión de lo Supremo). Estos seguidores del sendero
del conocimiento se retiran completamente de su hogar y de las asociaciones con
la gente que lleva una vida de complicaciones. Pero esto no es posible para
todos. Para la mayoría el sendero posible es el de la devoción mezclado con algo
de discernimiento. ¿Qué clase de discernimiento? El de saber que lo único
permanente es la Divinidad y uno mismo es su parte inseparable. No se olviden de
ese dato: Uno es parte inseparable de la Divinidad.
Los principiantes piensan: Dios está allá, más allá del cielo azul. Luego
vienen los otros que dicen: Dios está manifiesto en todas partes. Pero los que
después de haber practicado saben algo, ellos dicen: La existencia de Dios es
válida porque yo la siento. Siento Su presencia, Él está conmigo.
Entonces, para llegar a este sentir, ¿qué debemos hacer?
Lo primero es, como
les dije, no agregar aquellas ideas, aquellos objetos, que nos son absolutamente
necesarios. De manera que los que hacen ahorros con la idea del "¿qué me puede
suceder mañana?..." tengan mucho cuidado. Los ahorristas no tienen suficiente fe
en la existencia divina. Si Dios está inseparablemente conectado con nosotros,
¿por qué ahorrar pensando en un futuro y mantener la idea de "si me llega un mal
tiempo...?" A los que repiten "si me llega un mal tiempo", es mi experiencia, a
ellos, infaliblemente, llega el mal tiempo. Pareciera que Dios se riera y les
dijese: "Muy bien, ¡aprendé que es el mal tiempo!"
La segunda práctica muy, muy importante es tomar el sendero de la veracidad.
A juzgar por lo que dicen, hoy el mundo se ha coloreado todo con el temperamento
del comercio, donde la verdad, según ellos, no debe existir. Pero les digo a
todos los que piensan así que yo hice comercio antes de que Dios me diera
refugio a sus benditos pies. E hice comercio diciendo la pura verdad. De modo
que la veracidad es posible y, además, nos alivia de muchos, muchos pesares.
La tercera práctica es el control. Control de todos los sentidos: gusto,
olfato, tacto, etc. Debemos controlar nuestra vida.
Ya hemos visto en forma simple tres prácticas, tres formas de purificar el
corazón.
Veamos otra más:
Hacerse la costumbre, el ser humano es un ser de
costumbres, la de recordar la presencia divina por la mañana y en la última hora
del día, cuando se van a dormir. Sé muy bien que la mayoría de ustedes no viven
de rentas, que tienen que trabajar mucho para ganarse su propio sustento o el de
sus familiares, pero así y todo, a la mañana, cuando se levantan, pueden
recordar a Dios y también a la noche.
Todos nosotros comprendemos de alguna manera qué es amar, qué es el amor. Y
el amor, ¿qué hace en nosotros? Comienza a derretir nuestro principal enemigo
que es nuestro propio ego, el yo. Amado, amada, amante, todos piensan más en
"tú" que en "yo". Cuando ese amor se vuelve muy fuerte, cuando el yo está
completamente sumergido, a través de nuestros pensamientos y acciones, en la
búsqueda del tú que es Dios, entonces las otras prácticas son más fáciles.
De manera que nosotros debemos esforzarnos en erradicar paulatinamente el
tremendamente fuerte yo de nuestra vida: Soy el amante o la amada de Dios. Soy
su instrumento.
Sri Ramakrishna decía constantemente: ¡Oh, Madre! Él se dirigía al Principio
Divino con el término "Madre". Yo soy tu máquina, Tú eres la maquinista. Lo que
yo hablo es lo que Tú me haces hablar.
Yo me muevo porque Tú me haces mover. Tú
eres lo Real, Tú eres la Realidad de los conocedores.
Nosotros también tenemos que decir, empezar a decir, "Tú eres todo para mí.
Yo trabajo en mi hogar, fuera de mi hogar, trabajo en diversas maneras; todos
esos trabajos los hago porque Tú los has traído para mí, para que no crezca en
mí la idea de 'yo', para que pueda ofrecerte todo."
Queridos míos: El tiempo está pasando, el tiempo está corriendo, el tiempo
está volando. No debemos dejar nada para mañana o para pasado mañana. Hoy mismo
tenemos que concentrar toda nuestra vida en un solo propósito: unirse con el
Bienamado, unirse con el puro Principio Divino y ser salvado, ser libre. El
camino de cada uno es aquél por donde, por su propia y ya preparada naturaleza,
se siente llamado hacia Dios. Algunos toman el camino de la acción no egoísta.
Estos no necesitan otros cultos, otras oraciones, viven únicamente para los
demás. Otros llevan la vida de control, tanto interno como externo. Y otros
llevan su vida a través del sendero del cariño y amor a Dios.
Tomen, elijan su Ideal, después de mucho discernir, pensando preguntando a su
propia mente a Quién quieren ofrecerse, y ofrézcanse, plena y llanamente. Es una
práctica muy fuerte para obtener la visión divina.
Yo no quiero hacer seguidores o amigos de un mismo camino. No quiero
convertir a nadie. Por la conversión de los demás no voy a ir más pronto al
cielo. Personalmente, mis queridos amigos, yo no tengo muchos deseos de ir a
esos cielos en los que hay de todo: conocido, desconocido, amigos o no tan
amigos. Si llegan a reunirse todos será el mismo infierno que aquí. En el único
cielo que pienso es en el estrecho contacto con mi bienamado, Dios, quien está
en mí, quien está en todos ustedes; adorando al cual, yo sigo viniendo a este
Club Sirio-Libanés, eso me ayuda a quitar algo de la vanidad que todavía tengo
de ser Swami Vijoyananda. Soy tan sólo un servidor de Él en muchas formas,
ustedes. Por lo menos una vez por semana los veo y ustedes luego pensarán si es
posible practicar la veracidad; si será posible retirar la mente de todos los
objetos e ideas, de los contactos a través del tacto, gusto, olfato, etc.; si
será posible, aún viviendo en el mundo, vivir alejado de todo y sin despreciar a
nadie. Pensarán y seguirán pensando.
Entonces, todas esas prácticas, sin duda,
puedo decirles con certeza, les ayudarán a purificar sus corazones.
Dijo Sri Ramakrishna en una ocasión: "En el momento que uno purifica su
corazón, en ese instante la Divinidad se refleja en él." En ese mismo instante.
En el momento que sentimos que hemos ofrecido nuestro yo y todos los "míos" a
Dios, en ese mismo momento Dios nos dice: Ven, ven mi tesoro, siéntate al lado
Mío. Tú eres Mío. Yo te había puesto a prueba dejándote en el mundo, pero ahora
te quedas para siempre conmigo.
Por eso los maestros de los maestros, como Jesucristo, Sri Ramakrishna, y
otros, dicen: Necesitamos pureza de corazón para ver a Dios.
¡Qué Dios nos bendiga!
Rvdo. Swami Vijoyanandaji
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