viernes, 11 de diciembre de 2009

HISTORIA DE PEPE

Pepe era el tipo de persona que te encantaría ser.
Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir.
Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo". Era un Gerente único
porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que las meseras seguían a
Pepe era por su actitud. Él era un motivador natural: Si un empleado tenía un mal día,
Pepe estaba ahí para decirle al empleado como ver el lado positivo de la situación.


Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Pepe y le pregunté:
"No lo entiendo... no es posible ser una persona positiva todo el tiempo ¿Cómo lo haces?..."
Pepe respondió:
"Cada mañana me despierto y me digo a mí mismo, Pepe, tienes dos opciones hoy: Puedes escoger estar de buen humor o
puedes escoger estar de mal humor. Escojo estar de buen humor".
"Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello"
"Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo
el lado positivo de vida".
Sí, claro, pero no es tan fácil, protesté. "Sí lo es", dijo Pepe. "Todo en la vida gira acerca de elecciones. Cuando quitas todo
lo demás, cada situación es una elección". "Tù eliges como reaccionas ante cada situación, tú eliges como la gente afectará tu
estado de ánimo, tú eliges estar de buen humor o de mal humor".
"En resumen, TÚ ELIGES COMO VIVIR LA VIDA".
Reflexioné en lo que Pepe me dijo... Poco tiempo después, dejé la industria hotelera para iniciar mi propio negocio.
Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Pepe, cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar
contra ella. Varios años más tarde, me enteré que Pepe hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante, dejó
la puerta de atrás abierta y una mañana fue asaltado por tres ladrones armados.
Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación. Los asaltantes
sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Pepe fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una
clínica.
Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Pepe fue dado de alta, aún con fragmentos de bala en su
cuerpo. Me encontré con Pepe seis meses después del accidente cuando le pregunté como estaba, me respondió: "Si pudiera
estar mejor, tendría un gemelo". Le pregunté que paso por su mente en el momento del asalto.
Contestó: Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en
el piso, recordé que tenía dos opciones: Podía elegir vivir o podía elegir morir.
Elegí vivir". ¿No sentiste miedo? Le pregunté. Pepe continuó:
"Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien.
Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté.
Podía leer en sus ojos: Es hombre muerto. Supe entonces que debía tomar una decisión
¿Qué hiciste?, Pregunté.
"Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo; respirando profundo grité: -Sí, a las balas, mientras reían, les
dije: estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto". Pepe vivió por la maestría de los médicos, pero
sobre todo por su asombrosa actitud. Aprendió que cada día tenemos la elección de vivir plenamente, la ACTITUD, al final,
lo es todo.

"A veces nos sentimos como extraños. cuando nuestro corazón se abra, nos daremos cuenta de que es aquí donde
pertenecemos."
VIVE CADA DIA COMO SI FUERA EL ULTIMO .
El día que me bajé del Ferrari para iniciar mi proyecto de vida
Eloy Renobales - 14/07/2009
Soy de los que piensan que caminamos por este mundo de manera muy inconsciente, muy condicionados por toda nuestra
herencia y fundamentalmente por las creencias que, de modo automático, acumulamos durante nuestra infancia. Estamos
programados para ello, para repetir comportamientos adquiridos adaptándolos a los usos y costumbres de nuestros días.

En cierto sentido no somos nosotros mismos y las máscaras que nos vamos poniendo para vivir en sociedad, representando ciertos
papeles o roles, van haciéndose con nuestra personalidad, se convierten en nuestra propia piel, nos poseen.

En algún momento del camino nos hacemos las grandes preguntas que han asaltado al ser humano a lo largo de su historia: ¿Quiénes
somos?, ¿qué hacemos aquí?, ¿cuál es el propósito de esta vida? Estas cuestiones nos persiguen y suelen dar lugar a crisis
existenciales. Entonces es cuando más se crece, cuando uno evoluciona y es capaz de escapar del redil en el que estamos encerrados.

Profundizar en estas dudas supone el primer paso hacia la sabiduría. A medida que lo hacemos, nos vamos haciendo más
conscientes, requisito indispensable para poder ser verdaderamente libres. Así, vamos dando sentido a nuestra vida, la cual se
hace más plena. Cualquier edad es buena para empezar.

La semana pasada celebré el quincuagésimo quinto cumpleaños de mi amigo Gonzalo. Hace cuatro años, él sintió que la vida que
llevaba no le satisfacía. Tenía todo lo que supuestamente la sociedad, su familia (la de origen y la que después formó) y él mismo
exigen para no ser rechazado o cuestionado, para sentirse querido y aceptado. Triunfador en el mundo de los negocios, Gonzalo
estaba bien situado profesionalmente. Tenía varias propiedades y todo lo que necesitaba para llevar una vida sin sobresaltos en lo
económico. Digamos que podía presentarse en los restaurantes de moda en coches de gran potencia como símbolo del triunfador social
que era.

Tras toda una vida de gran éxito y sin razón que lo justificase, comenzó a sentirse vacío. Las conversaciones con todo su
entorno (pareja, hijos, colegas y amigos) eran banales, repetitivas. No disfrutaba de la mayoría de las cosas materiales que había
acumulado, las cuales le daban continuos quebraderos de cabeza. Y sobre todo, se sentía física y anímicamente agotado. Gastaba
mucha energía en cumplir las expectativas de otros, algunos de los cuales ni siquiera estaban ya presentes.

Gonzalo no sabe muy bien por qué, pero un día decidió organizar su vida, la única que tiene y que constituye su mayor
responsabilidad, de acuerdo con lo que realmente le gustase hacer. Empezó por detenerse para analizar lo que tenía, dar gracias
por todo ello y comenzar a “soñar lo que quería ser en la vida”. Visualizó cada aspecto de su existencia y como le gustaría que fuese.
Imaginó una relación más satisfactoria con su pareja, sus hijas y las personas de las que deseaba verse rodeado en esta nueva etapa de
su periplo vital. Sufrió la ruptura de muchas de sus relaciones. Otras nuevas aparecieron.

Cuatro años después no todo lo que soñó se ha cumplido, aunque su vida ha dado un giro de ciento ochenta grados y dice
que cada día cobra más sentido. Está con gente que él quiere y que le quiere, ha aprendido a decir no a todo lo que no encaja en su
proyecto de vida, a no dejar que le absorba su energía. Ha estudiado y está terminando su especialización en una materia que siempre
le ha gustado. La relación con todo su entorno ha mejorado, se queja menos y disfruta más. Ha taponado muchos de los desagües
de energía que le consumían. “Cada mañana salto de la cama como impulsado por un resorte” me comenta.

A través de mi amigo compruebo que una persona puede cambiar el rumbo de su vida más allá de la mitad de ésta. Que todos
podemos hacernos cargo de nuestra vida y no de lo que los otros quieren de nosotros. Gonzalo es una persona ‘normal’ y puede. Hoy
se siente más completo y, de manera natural, puede darse más a los demás, lo cual le llena especialmente. En ello ha encontrado una
gran fuente de satisfacción.

Hay un momento en la vida en que debemos organizar nuestra casa interna y establecer las prioridades necesarias para
iniciar un proyecto de vida. Sin este, sin saber hacia donde vamos, nada habrá cambiado en relación a nuestras frustraciones dentro
de cinco años. Mantendremos la misma insatisfacción que cinco años atrás. Seguiremos relacionándonos con gente que no nos agrada,
la familia la veremos como una carga más que como un lugar de tranquilidad, y, al no ser nosotros mismos, funcionaremos muy por
debajo de nuestras posibilidades.

Es muy difícil realizar una vida plena sin proyectarla en sus pilares básicos: saber hacia dónde queremos ir y con quién. Para
ayudarnos en esta planificación podemos apoyarnos en la experiencia de nuestro pasado, recordar cuáles fueron los momentos más
felices, cuál es el modelo de relaciones que me gustaría tener. No es fácil, pero más difícil es llegar a tener paz interior sin este plan.
Sólo uno mismo puede hacerse cargo de su vida. Las personas que han logrado sabiduría, paz y han experimentado la plenitud de
vivir, lo han tenido claro.

Nuestro carácter es nuestro destino. Si sabes a dónde vas y con quién vas, tu carácter se moldea pronto hacia la persona que quieres
ser. Comencemos a fijar nuestras prioridades para que no sean externas a nosotros mismos. Vivamos de acuerdo a ellas para que los
cambios a los que nos veremos obligados podamos realizarlos de un modo más consciente. Juguemos de alguna manera con
nuestro destino para que se cumpla lo que decía Sir Winston Churchill: “Tú creas tu propio universo durante el camino.”

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