Un hombre vivia en la orilla de un camino y vendía perros calientes. El no tenía radio, ni televisión, ni leía los periódicos, pero hacía y vendía unos extraordinarios perritos calientes.
El se preocupaba por la divulgación de su negocio y colocaba carteles de propaganda por el camino, ofrecía su producto en voz alta y el pueblo le compraba.
Las ventas fueron aumentando cada vez mas, el compraba el mejor pan y la mejor salchicha. También fue necesario comprar
un carrito mas grande, para atender a la creciente clientela y el negocio prosperaba. Su perro caliente era el mejor de la región.