1.Introducción
El Bushido y la cultura guerrera del Japón son mirados con fascinación
no solamente por el ciudadano japonés actual sino también por los no japoneses.
El vestigio más visible de esta cultura guerrera es la arrolladora
popularidad internacional de las artes marciales (budo),
las cuales son indudablemente la exportación cultural más exitosa del Japón.
En todo el mundo se practican estas artes no solo como auto defensa o deporte,
sino que se persigue con su práctica el desarrollo espiritual y el enriquecimiento del ser interior.
Otra motivación, todavía con enorme vigencia,
fue que en la época de la burbuja económica del Japón se difundieron ampliamente
opiniones que sostenían que el éxito de la economía y los negocios,
estaban basados en técnicas de administración
provenientes de la aplicación de “estrategias samurai”
Esto llevó a que gran número de dirigentes de empresas
comenzaran a entrenar artes marciales y a estudiar traducciones
de libros de famosos guerreros como
“El libro de los cinco anillos” de Miyamoto Musashi, “Hagakure,
El libro del samurai” de Yamamoto Tsunetomo, “Bushido,
El código del guerrero” de Nitobe Inazo, y muchos otros.
Recientemente, ha habido un número importante de películas sobre el guerrero japonés,
entre ellas se destaca “El último samurai” protagonizada por Tom Cruise y Watanabe Ken,
lo cual a provocado una importante resurgencia en el interés por la ética del guerrero.
De alguna manera, la reverencia hacia el bushido podría ser una glorificación sin sentido,
al punto que algunos eruditos han descrito a estos antiguos guerreros como unos “carniceros valerosos”.
Sin embargo, la gente en todo el mundo se encuentra buscando referencias éticas
sólidas en esta época en donde el honor, la integridad, el coraje, la sinceridad
y el sacrificio por los ideales están realmente escondidos por la marea de escándalo político,
la corrupción, el crimen y la codicia.
La re interpretación del bushido está siendo observada como una posible referencia ética,
para la recuperación de dichos valores.
En este breve artículo se intentará delinear la historia y los componentes básicos de esta cultura
de los guerreros japoneses, aparentemente intemporal y posiblemente sin fronteras.
(1) Bushido – Literalmente “El camino del Guerrero
”. “Bushi” es la palabra japonesa más común para designar al guerrero,
aunque “samurai”es más conocida en occidente.
Hoy en día ambos términos se usan indistintamente.
No obstante en este artículo para referirse al guerrero japonés se usará principalmente la palabra “bushi”.
Honor, violencia y muerte
La primera oportunidad de identificar a una clase guerrera profesional surge en el Japón sobre el final del siglo IX
y principios del siglo X, como resultado de la incapacidad
de la corte gobernante de Kyoto para mantener la ley y el orden en las provincias.
Integrantes de poderosas familias locales, a los cuales el gobierno había otorgado títulos,
formaron bandas armadas para defender sus propios dominios y ayudar a sofocar
otras disputas locales con la inminente amenaza de violencia.
Bandas provinciales de bushi eventualmente formaron lazos feudales
afirmados por un intenso sentido de identidad como guerreros.
Ellos mantuvieron fuertes vínculos de lealtad nacidos de sus experiencias compartidas en combate,
así como también de las promesas de recompensas
económicas por los servicios prestados.
Para la época en que los guerreros establecieron su propio gobierno en el período Kamakura (1185-1333),
ellos ya habían desarrollado su propia cultura basada en un feroz apetito por la fama,
la gloria y el honor.
Aunque
en esta temprana etapa esta cultura guerrera no fue codificada, fue
conocida por diversas denominaciones como por ejemplo: bando musha no
narai (costumbres del guerrero del este), yumiya no michi (el camino del
arco y la flecha), kyuba no michi (el camino del arco y el caballo), y
algunas otras.
De hecho, el término bushido comenzó a usarse recién al final del siglo XVI
y paso a ser de uso permanente y definitivo para referirse a la ética del guerrero a partir de comienzos del siglo XX.
Dejando de lado la nomenclatura, la fuerza impulsora detrás de la cultura del bushi
siempre
ha sido el concepto del honor, y fue utilizado de varias maneras
diferentes. Principalmente, el honor fue la base de un estilo cultural
único para la identidad colectiva del bushi.
Sin implicar que
nobles y campesinos carecían del sentido del honor, hay pocos ejemplos
de aquellos que se esforzaron por mantener su honor a costa de sus
propias vidas. Esto hizo que el honor del bushi se distinguiera, debido
a la creación de reglas únicas para la interacción, que utilizaban
expresiones honoríficas dirigiendo así el relacionamiento entre bushi
con diferentes jerarquías.
Este fue el elemento de cohesión para la vida política y social de los guerreros.
Ellos
además desarrollaron un impresionante deseo de realzar el nombre de su
familia o ie, y fueron ferozmente competitivos en asegurarse de que su
nombre o na pasara a la posteridad. En este sentido, el objetivo de
buscar el honor y evitar la vergüenza quedó indisolublemente ligado a la
destreza y el constante valor en el combate, y a un eventual monopolio
en la habilidad para usar la violencia.
Naturalmente, como las
expresiones de honor eran demostradas a través de la destreza en el
combate y la violencia, el tema de la muerte ha sido siempre primordial
en la existencia del bushi.
Como en el caso de los caballeros
medievales de occidente, la tarea de matar no fue tolerada como un acto
moral en sí mismo, aunque fue justificada de muchas y diferentes
maneras. No obstante, el deseo del reconocimiento póstumo y una
obsesión por la gloria personal, fue toda la motivación y la
justificación necesaria para matar o ser muerto. Esto proporcionó al
bushi la motivación para combatir valientemente por su señor (además de
la promesa de recompensas económicas), y despreciar al bushi que fuera
visto actuando de manera cobarde.
El estigma de la falta de coraje sería demasiada vergüenza a soportar para él y sus descendientes.
¿Los tiempos pasados fueron mejores?
A
pesar de la honorable descripción del bushi en las historias
medievales de guerra, la codicia por la tierra, el poder y la auto
promoción fueron siempre prevalecientes en el contexto general. Esto
tuvo su clímax en una de las más turbulentas épocas de la historia del
Japón, sengoku jidai (el período de la guerra entre estados durante los
siglos XV y XVI) en donde un enorme número de señores feudales rivales
o daimyo competían para conquistar y eventualmente gobernar un Japón
unificado.
Este fue un período en donde la
lealtad al señor feudal era a menudo convenientemente pasada por alto a
favor del provecho personal, y alianzas y promesas eran rotas con la
misma frecuencia con que se realizaban. Fue un período volátil en el
cual el ascenso o la caída de un importante daimyo, su casa y sus
miembros dependía solamente de una traicionera puñalada. Esta precaria
situación condujo a la proliferación de reglas (kakun), y leyes
(hatto), intentando determinar un modelo de conducta para el bushi.
Obviamente una clara indicación de la conducta modelo estaba muy lejos
del status quo, resultando en un esfuerzo a gran escala para codificar
el “camino” del guerrero.
El Bushi en esta era vivía su
existencia en el límite. El período Sengoku, (a pesar de numerosas
muestras de conducta desleal) fue reverenciado por las generaciones
futuras como “los buenos y antiguos días” en donde los bushi eran
hombres de verdad y se arriesgaban para ganar, o morían en el intento.
El
problema de la paz Cuando finalmente el traicionero período Sengoku
concluyó y el Japón transitó hacia una nueva era de paz bajo el Tokugawa
Bakufu (gobierno militar desde 1603 al 1867), el bushi fue empujado a
una situación única. Se había establecido una minoritaria clase de
guerreros gobernando la nación con la virtud de su destreza marcial,
pero sin oportunidad de demostrar su efectividad en el campo de batalla
debido a la paz establecida. ¿Cómo podrían entonces justificar su
existencia en el extremo superior de la nueva estratificación social
shi-no-ko-sho (2) si no existían mas guerras?
Frente a
esta situación, un grupo importante de eruditos resuelve el problema
formulando y refinando un código de ética para los guerreros que mas
adelante será llamado Bushido. La preparación para un nuevo sistema de
pensamiento político y concientización del bushi emergieron, y
comenzaron a circular argumentaciones entre las jerarquías más altas del
gobierno defendiendo el centralismo del bushi en los asuntos de
estado, y justificando entonces la existencia de un gobierno militar
aún cuando la paz prevaleciera.
Por ejemplo, Yagyu Munenori
(1571-1646) en su famoso tratado militar Heiho Kadensho, estableció que
un gobernante virtuoso, tiene la habilidad para usar la fuerza militar
con el único propósito de defender a las masas. De ese modo el
mantenimiento de un gobierno militar benevolente era vital para el
bienestar de la nación.
“A veces debido a la maldad de un hombre,
diez mil personas sufren. Entonces hay que matar a ese único hombre
para que los diez mil puedan vivir. En esta disyuntiva, la espada que
mata llega a ser realmente salvadora de vidas” En otras palabras, el
camino de la guerra era el camino de la paz. Tales argumentos fueron
rápidamente aceptados y ayudaron a solidificar las resoluciones del
Bakufu, pero luego durante el período Tokugawa los bushi de menor
rango, transformados ahora en servidores asalariados y no combatientes
se vieron en la situación de encontrar un significado a su existencia.
Prominentes
eruditos como Yamaga Soko (1622-85) y Daidoji Yuzan (1639-1730)
proveyeron al bushi del apreciado apoyo moral y de directivas populares
para su accionar. Por ejemplo, Yamaga
Soko observaba
retóricamente “el bushi come arroz sin cosecharlo, usa utensilios sin
fabricarlos y obtiene ganancias sin tener que vender nada, ¿Cuál es la
justificación para tal conducta?”.
La
estratificación social establecida por el gobierno militar ubicaba al
bushi en el tope de la pirámide seguido por los campesinos, los
artesanos y los comerciantes.
Su solución fue que la función
del bushi en la sociedad era la de servir a su señor con lealtad y
actuar como un ejemplo moral capaz de emulación por la otras clases
sociales. En otras palabras, vivir la propia vida en estricta
observancia de la correcta conducta moral y la etiqueta, manteniendo un
extremadamente alto nivel de preparación militar a través de la
práctica continua y el perfeccionamiento de las artes militares, sin
descuidar la habilidad para las artes estéticas y las actividades
educativas que fueron consideradas tan gloriosas como combatir
valientemente por su señor. Si bien fue un sustituto mas seguro y menos
excitante que la guerra, fue en cambio útil para satisfacer las
necesidades de un creciente número de inquietos bushi.
Es
interesante observar que aunque la muerte en su sentido literal dejó de
ser una realidad, el concepto de “muerte” se idealizó para tomar el
efecto de que la persona debía realizar sus actividades y deberes con
absoluta abnegación.
Uno de los libros más leídos (y posiblemente
mal interpretados) sobre el bushido escritos durante el período
Tokugawa fue Hagakure, de Yamamoto Tsunetomo (1716), que contiene la
famosa frase “el camino del guerrero se encuentra en la muerte”.
Tsunetomo escribió este tratado en reacción a lo que él vio como un
deterioro moral del bushi al verlos transformándose en “cobardes
acumuladores de riqueza” olvidando con rapidez su honorable herencia de
lealtad incuestionable y preparación permanente a encarar la muerte en
todo momento.
Aún así, hubo célebres episodios
durante el período Tokugawa en los cuales se demostró hasta que punto
un verdadero bushi podía llevar su lealtad ofreciendo su vida. El
ejemplo más obvio es la venganza de los cuarenta y siete ronin (bushi
sin señor a quién servir). En 1701, un daimyo estando en el castillo
del Shogun en Edo, desenfundó su espada y atacó a un funcionario debido
a que su honor fue mancillado. Se le ordenó entonces al daimyo que
realizara el seppuku (suicidio ritual) por haber cometido un serio
atentado a la etiqueta.
Los bushi del daimyo, convertidos ahora
en ronin, planearon y llevaron a cabo una venganza que culminó en
asesinatos en el nombre de su señor. Luego de esto les fue ordenado el
suicidio el cual llevaron a cabo los cuarenta y siete ronin en forma
simultánea. La coherencia de su acción despertó elogios y críticas,
pero también atrajo atención a la especial relación entre señor y
vasallo de la clase bushi y reafirmó el ideal del bushi actuando con
una lealtad y altruismo tal como para perder su propia vida.
El
Bushido posterior al Bushi y hasta el presente A pesar de que la clase
bushi fue abolida durante el período Meiji (1868-1912), no significó el
final del bushido como fuerza emotiva absorbente. Las tradiciones bushi
fueron brevemente suspendidas al principio del surgimiento de la
modernización Meiji, para ser revividas a partir de 1880 cuando el
péndulo cultural comenzó a moverse acentuadamente en una dirección
nacionalista en donde la tecnología de occidente era complementada por
el “espíritu japonés” (wakon-yosai). Prominentes eruditos como Inoue
Tetsujiro buscaron vincular el bushido al servicio del estado
asociándolo con el patriotismo y la devoción al emperador. El apasionado
cristiano Uchimura Kanzo reinterpretó el bushido como la lealtad a
Jesucristo. Sin embargo, el más influyente comentarista de todos los
tiempos sobre el bushido es indudablemente Nitobe Inazo. En 1900 publicó
Bushido: The Soul of Japan en inglés, en donde presentó una clara
interpretación del bushido al mundo occidental minimizando los aspectos
militaristas, anti modernos y anti cristianos, subrayando virtudes como
la honestidad, la justicia, la cortesía, el coraje, la compasión, la
sinceridad, el honor, el deber y la lealtad y el auto control. Él
argumentaba que el bushido se difundió desde la clase bushi a todos los
escalones de la sociedad japonesa y era distinguible en la resistencia
física, la fortaleza y la valentía del pueblo japonés. ( A pesar de las
numerosas imprecisiones históricas este libro es todavía uno de los
más vendidos).
No obstante, una interpretación mas marcial del
bushido entro en boga nuevamente cuando el militarismo de los años 30, y
muchos soldados japoneses leían libros como los previamente
mencionados Hagakure o Bushido, en su camino al frente de batalla.
Luego del desastre de la segunda guerra mundial, el bushido cayó
nuevamente en desgracia. Críticos extranjeros y también japoneses
culparon al Bushido de haber provocado el comportamiento cruel de los
japoneses en la guerra. Muchos japoneses renunciaron al bushido al
verlo como responsable de la equivocada ideología militar que resultó
en la derrota y vergüenza del Japón, y por considerarlo inapropiado
para la nueva sociedad democrática posterior a la guerra.
Pero a
pesar de todo, la permanente popularidad de las películas y libros
sobre samurai sugiere que por más antiguo o ilógico que la tradición
del bushido parezca al nivel consciente, mantiene todavía un
considerable atractivo y contiene principios básicos de sabiduría
“olvidada” que alivian las preocupaciones éticas de hoy en día.
Bushido al estilo de “El último Samurai”
Gi (Honestidad y Justicia)
Ser honesto en los tratos con todas las personas. Creer en la Justicia,
pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un
auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se
refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.
Rei (Cortesía)
El samurai no tiene razones para ser cruel. No necesita demostrar su
fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra
directa de respeto no somos mas que animales. Un samurai recibe respeto
no solo por su valor en la batalla, sino también por su manera de
tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se muestra
en tiempos difíciles.
Yu (Valor heroico)
Levantarse sobre las masas de gentes que temen actuar. Ocultarse como
una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurai debe tener valor
heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de
forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es
inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.
Meiyo (Honor)
El auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él
mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de
quien es en realidad. No puede ocultarse de sí mismo.
Jin (Compasión)
Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y
fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe
ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en
cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su
camino para encontrarla.
Makoto (Absoluta sinceridad) Cuando
un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en
esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.
No ha de "dar su palabra." No ha de "prometer." El simple hecho de
hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la
misma acción.
Chu (Deber y lealtad)
Para el samurai, haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo"
le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le
sigan. Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado.
Para aquellos de los que es responsable, permanece totalmente fiel.
BUSHIDO LA GUÍA DEL PRINCIPIANTE (Alexander Bennett)