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domingo, 30 de abril de 2017

PENSAMIENTOS PARA UN SAMURAI MODERNO

Podría ser muy útil compartir contigo las frases que me hicieron reflexionar sobre problemas cotidianos y compartirlos contigo, así que ahí van 27 frases del Camino del Samurai que te enriquecerán:

1. “Al dar consejo, debéis discernir primero si la otra persona está dispuesta a aceptarlo o no”.

2. “Los espectadores ven más que los jugadores”.

3. “Escuchar a otros hablar y leer libros es necesario para mantenerse cercano a las enseñanzas de la generación previa”.

4. “Si os adentráis en el camino inexplorado, al final aparecerán infinitos secretos”.

5. “No sé nada acerca de cómo superar a otros. Sólo conozco el modo de superarme a mí mismo”.

6. “Aquellos que nunca han cometido un error están en peligro”.

7. “Si vuestro ojo es lo suficientemente capaz de ver buenas cualidades en otros que aparentemente son inferiores a vosotros, entonces ellos pueden ser vuestros maestros”.

8. En una fiesta: “Hay demasiados ojos presentes en la fiesta. Debéis ser cautos”.

9. En relación a las distracciones: “no podréis desarrollar la mayoría de las habilidades y destrezas adquiridas”

10. “En caso de enfermedad u otros problemas vuestro aparente amigo se mantiene apartado de vosotros. Entonces puede considerarse un cobarde”.

11. “Los samurais calculadores…piensan en la muerte como una pérdida y en la vida como una ganancia…es por ello que se convierten en cobardes”.

12. “Es necesario enfrentarse a los problemas con coraje y júbilo…si la marea sube, el barco sube también”.

13. “Decidíos mientras respiráis siete veces”.

14. “Si se piensa demasiado se llegan a conclusiones comunes y banales”.

15. “Aquellos a los que les gusta ser de ayuda para otros, seguramente son apreciados”.

16. “El modo de sobresalir por encima de los otros es hacer que los otros hablen de vosotros y os juzguen”.

17. “Cuando escuchéis a otros hablar, escuchadlos seriamente…permitidles hablar libremente y sin interrupción”.

18. “Yo conozco el don de la victoria siempre. Sólo he aprendido a no dejar pasar el momento adecuado”.

19. “En este mundo que cambia tan rápidamente, no es necesario agarrarse ni al pesar ni al placer”.

20. “Los hombres pequeños son muy ruidosos; causan alboroto, discuten y parlotean”.

21. “Podéis trabajar libremente y de un modo efectivo sin ningún tipo de empujón“.

22. “Si estáis tratando de resolver un problema del que sois un experto, cuanta mayor sea la dificultad del problema, más se agudizarán y aumentarán vuestros talentos”.

23. “Ganar es vencer a tu propio lado. Vencerse a uno mismo es superar el cuerpo con la mente”.

24. “Cuando estéis discutiendo es mejor que digáis: responderé más tarde después de haberlo considerado mejor“.

25. “Con la prudencia seréis presos de dudas y tendréis muchas dificultades para tomar una decisión definitiva”.

26. “Sólo aquellos que han cometido algunos errores pueden asimismo acometer grandes tareas”.

Resultado de imagen de pelicula sobre la filosofia samurai27. “Es mejor que no habléis más de lo necesario. Y decid cuantas menos palabras mejor y en buen orden. Muy  menudo caéis en desgracia cuando habláis descuidadamente y, por casualidad, reveláis vuestra vergüenza”.


sábado, 29 de abril de 2017

CÓDIGO SAMURAI

Corría el año 1702 cuando un grupo de 47 valerosos guerreros se vieron obligados a convertirse en ronin. A partir de ese momento y en plena era Edo, la sociedad japonesa los vería como meros desechos humanos ya que los samuráis por aquel entonces apenas tenían una función social ¿Y cuál fue la razón de esta deshonrosa situación? Pues porque el señor al que pertenecían no tuvo más remedio que suicidarse mediante seppuku debido a que había agredido a Kira Kozukenosuke, un alto funcionario del gobierno nipón.
Con la muerte de su amo, estos samuráis ya carecían de una meta en su vida, y por ello decidieron vengar a su daimyo. Cuando finalmente lo consiguieron, estos guerreros se entregaron voluntariamente a la justicia japonesa y después del juicio fueron sentenciados a cometer seppuku al igual que su señor.
Siglos más tarde, esta bonita historia sigue siendo muy famosa en el país del sol naciente ya que ensalza los valores de la justicia, valor, honor y lealtad dando así al código del Bushido, que se resume en siete virtudes. No estaría de más que nosotros aplicásemos alguna de ellas en nuestras vidas.

1. Gi – justicia (decisiones correctas)

Un samurai cree en la justicia ciega. Hará lo posible para que se convierta en realidad y luchará siempre para que esta se cumpla. Aquí no existen “medias tintas”. Para un samurai solo existe lo correcto e incorrecto y peleará con cualquier medio a su alcance para conseguir lo primero hasta el fin de sus días.

2. Yuuki – Coraje

Lo más deshonroso para un samurai es meterse en “un caparazón de tortuga” y no actuar. Por ello es muy importante sacar el coraje cuando la situación lo requiera y mover a las masas en post de una causa justa. Aunque eso suponga poner en riesgo su vida.

3. Jin – Benevolencia

El samurai es un guerrero hábil, fuerte y rápido al contrario que los demás hombres de a pie. Por esta razón, este siempre tiene que usar su fuerza para proteger a los más débiles. Sino surge la situación, pues hay que buscarla para poder ayudar a los demás en la medida de lo posible.

4. Rei – Respeto, Cortesía

La crueldad y la irrespetuosidad son los mayores enemigos de cualquier buen samurai que se precie. Incluso en la batalla, el samurai tiene que ser respetuoso y bondadoso con sus contrincantes. De lo contrario solo está mostrando su lado más fiero y asesino, y eso le convierte en un mero animal, en una bestia que solo se rige por sus instintos.

5. Makoto – Honestidad, Sinceridad absoluta

La palabra de un samurai tiene más valor que cualquiera de las piedras más preciosas del mundo. Cuando este dice que va a hacer algo, es que ya está hecho. No dice: “de acuerdo, te promete que lo haré”. ¿La razón? Pues porque decir y hacer son dos palabras sinónimas para un samurai.

6. Meiyo – Honor

Sin duda una de las virtudes más relevantes que existen dentro del código del Bushido. Las acciones y no las palabras son las que los definen a los buenos samuráis. Si por la razón que fuese y por mínima que sea, han realizado un acto deshonorable, solo pueden restaurarlo mediante seppuku.

7. Chuugi – Lealtad

Un samurai es plenamente fiel con cualquiera de los que le sigan. Da igual que sea su amo o un sirviente a su cargo. Si les ha prometido (o hecho) que les cuidará y honrará, tiene que cumplir con su palabra con todas sus consecuencias. De lo contrario se convertirán en un mentiroso, deshonroso y poco fiable.

domingo, 11 de septiembre de 2016

EL CAMINO DEL SAMURAI



UKON TAKAYAMA, EL SAMURAI DE CRISTO


Dirigió ejércitos, pero intentó limitar la pérdida de vidas; se trató con los más poderosos, pero se mantuvo siempre independiente a las presiones y fiel a su conciencia. Fue un señor feudal, que prefirió abandonar su feudo a abandonar a su Señor. Recibió un funeral español con honores militares. Y la Iglesia en Japón lo quiere beatificar.

Un samurai para Cristo
Los obispos japoneses han enviado a Roma el informe de 400 páginas que presenta la figura del samurai y daimio (señor feudal) Takayama Ukon, bautizado a los 12 años, fiel servidor de los shogun Obunaga e Hideyoshi, que unificaron el Japón, y exiliado a los 62 años con otros 300 cristianos en Filipinas, durante la persecución de Tokugawa.

La Iglesia japonesa querría verlo beatificado en 2015, cuando se cumplen 400 años de su muerte en Filipinas.

Sería un caso muy especial: hay muchos santos japoneses (42 santos y 393 beatos, incluyendo misioneros europeos), pero son todos mártires que murieron en grupos en distintas persecuciones. Takayama Ukon es distinto porque es un laico, un político, un militar, que llegaría a los altares por la vía de sus virtudes heroicas, no del martirio.

Murió en 1615 en Manila, de una enfermedad, 10 meses después de llevar a 300 compañeros cristianos perseguidos a la seguridad de Filipinas, que era territorio español.

"Consideración especial" en el Vaticano
Según el arzobispo de Osaka, Leo Jun Ikenaga, en 2012 escribió a Benedicto XVI presentando esta causa de canonización y asegura que en el Vaticano le prometieron una “consideración especial”.

Para el postulador de la causa, el padre Kawamura, este daimio puede ser un modelo para los políticos actuales, porque vivió en un entorno hostil, de políticas siempre cambiantes, pero “nunca se dejó extraviar por los que le rodeaban y vivió una vida según su conciencia, de forma persistente, una vida adecuada para un santo, que sigue dando ejemplo a muchos hoy”.



Un padre con inquietudes profundas
Takayama tenía 12 años cuando trajo al castillo de Sawa a un sacerdote católico, por petición de su padre, el señor Tomoteru, un hombre con inquietudes religiosas, que quería debatir las virtudes del budismo con un sabio cristiano. Era 1564, y habían pasado ya 15 años desde que un barco portugués atracara por primera vez en Japón.

Tomoteru analizó en profundidad y con detenimiento la propuesta cristiana y le gustó, por lo que se bautizó él y su casa: su hijo, el joven Takayama (su nombre real era Hikogoro Shigetomo) recibió como nombre de bautismo el de “Justo”.

Eran tiempos muy turbulentos. Los Takayama fueron fieles a los que resultaron ser los triunfadores de esa época: Oda Nobunaga primero; y cuando éste fue asesinado, Toyotomi Hideyoshi, el gran unificador de Japón.

Funerales honrosos para vasallos
Al ganar nuevas tierras y vasallos, asombraban a éstos por conceder elaborados funerales con ataúdes, banderas y procesiones a personas que no eran nobles.

En 1576, con el sacerdote italiano Gnecchi Soldo, Ukon Takayama hizo construir la primera iglesia de Kyoto, que durante 11 años sería un centro misionero de Japón. De ella hoy sólo queda la campana.

Se entregó como rehén y salvó vidas
En 1578, con 26 años, siendo señor del castillo Takasuki, el joven samurai cristiano dio ejemplo de su temple al encontrarse en una complicada encrucijada. Su hermana era rehén del señor Murashige, que había disgustado al poderoso Nobunaga. Murashige era invitado de Ukon Takayama, pero un ejército de Nobunaga acudió al castillo pidiendo que le entregasen a Murashige. Hiciese lo que hiciese, mucha gente podía morir.

El joven samurai se afeitó la cabeza, se vistió de monje budista –rituales para expresar humildad y rechazo a la violencia- y se entregó como rehén a Nobunaga. Así evitó el derramamiento de sangre. A éste le impresionó la salida del joven y le premió con su confianza y con títulos.

Tres años después, Nobunaga era asesinado, y los Takayama apoyaron a su general y heredero, Hideyoshi, con gran valor en combate. Éste premió a Ukon con el feudo de Akashi, donde en poco tiempo 2.000 personas se convirtieron al cristianismo, la fe de su nuevo daimio.

El tirano y la concubina cristiana
Pero en 1587 acabó la tolerancia para el cristianismo en Japón. Hideyoshi no sólo quería un Japón unido, sino absolutamente dominado bajo su poder. Al parecer, una noble chica cristiana se negó a ser una más de sus concubinas, debido a su fe, y eso le enfadó mucho.

Por esas mismas fechas, un comerciante portugués cuyo barco había sido apresado por los japoneses habló con palabras altaneras a Hideyoshi, asegurando que la flota de guerra portuguesa algún día llegaría a Japón, lo que acabó de enfurecerlo.

El nuevo señor de las islas no quería resistencia alguna, ordenó la expulsión de los misioneros y de todos los extranjeros y presionó a los señores japoneses para que renunciasen a la fe cristiana. Algunos nobles, como Ukon Takayama, podían maniobrar, más o menos, para demorar o esquivar las presiones y proteger a sus vasallos cristianos.

Prohibición total, paciencia y fe
Pero menos de 30 años después, en 1614, el nuevo shogun Ieyasu Tokugawa lanzó la prohibición total del cristianismo. A los cristianos se les pedía pisotear o escupir a un crucifijo como signo de su abandono de la fe.

Ukon, con más de 60 años, respondió al shogun: “No voy a luchar con armas o espadas, sólo tendré paciencia y fe de acuerdo con las enseñanzas de mi Señor y Salvador, Jesucristo”.

Ese año 3 barcos dejaron Japón con cristianos japoneses. Dos iban a la portuguesa Macao. Otro, en el que viajaban Ukon Takayama, su esposa, hija y nietos, y unos 100 laicos japoneses, fue a Manila.

Dios dice que quien toma la espada se arruina con ella. Formad familias en Filipinas y regresad a Japón como enviados para la paz”, dijo el daimio en el puerto de Nagasaki a su pueblo que se exiliaba con él.

Su esperanza es que aquellos cristianos volverían a Japón, más numerosos, como un puente entre culturas. Ya no pensaba en ejércitos, sino en algo más poderoso, que vive de generación en generación: pensaba en familias.

No podía saber que Japón se iba a cerrar a toda influencia extranjera durante más de 250 años, un fenómeno cultural y político realmente singular en la historia.



Un samurai entre españoles
En Manila le recibió una multitud de curiosos y los españoles le trataron con todo respeto. Incluso se habló de preparar una expedición militar española a Japón bajo su mando o consejo, pero él se negó.

Murió el 3 de febrero, 40 días después de su llegada a Filipinas, por una enfermedad. Los españoles le honraron con una gran funeral lleno de honores militares. Aquellos exiliados japoneses se fundieron con la población católica filipina rápidamente.

Un legado vivo
En una plaza de Manila se levanta una escultura que recuerda a Ukon Takayama, el “samurai de Dios”, con la cruz en sus manos.

En Japón los católicos celebran peregrinaciones a los lugares en los que vivió, luchó y rezó.
Como sucedió con Cristo y suele suceder con los santos cristianos, su mayores victorias las cosechará después de muerto.

sábado, 27 de agosto de 2016

BUSHIDO LA GUIA DEL PRINCIPIANTE

1.Introducción
El Bushido  y la cultura guerrera del Japón son mirados con fascinación
no solamente por el ciudadano japonés actual sino también por los no japoneses.

El vestigio más visible de esta cultura guerrera es la arrolladora
popularidad internacional de las artes marciales (budo),
las cuales son indudablemente la exportación cultural más exitosa del Japón.
En todo el mundo se practican estas artes no solo como auto defensa o deporte,
sino que se persigue con su práctica el desarrollo espiritual y el enriquecimiento del ser interior.
Otra motivación, todavía con enorme vigencia,
fue que en la época de la burbuja económica del Japón se difundieron ampliamente
opiniones que sostenían que el éxito de la economía y los negocios,
estaban basados en técnicas de administración
provenientes de la aplicación de “estrategias samurai”
Esto llevó a que gran número de dirigentes de empresas
comenzaran a entrenar artes marciales y a estudiar traducciones
de libros de famosos guerreros como 
“El libro de los cinco anillos” de Miyamoto Musashi, “Hagakure,
El libro del samurai” de Yamamoto Tsunetomo, “Bushido,
El código del guerrero” de Nitobe Inazo, y muchos otros.

Recientemente, ha habido un número importante de películas sobre el guerrero japonés,
entre ellas se destaca “El último samurai” protagonizada por Tom Cruise y Watanabe Ken,
lo cual a provocado una importante resurgencia en el interés por la ética del guerrero.

De alguna manera, la reverencia hacia el bushido podría ser una glorificación sin sentido,
al punto que algunos eruditos han descrito a estos antiguos guerreros como unos “carniceros valerosos”.
Sin embargo, la gente en todo el mundo se encuentra buscando referencias éticas
sólidas en esta época en donde el honor, la integridad, el coraje, la sinceridad
y el sacrificio por los ideales están realmente escondidos por la marea de escándalo político,
la corrupción, el crimen y la codicia.

La re interpretación del bushido está siendo observada como una posible referencia ética,
para la recuperación de dichos valores.
En este breve artículo se intentará delinear la historia y los componentes básicos de esta cultura
de los guerreros japoneses, aparentemente intemporal y posiblemente sin fronteras.

(1) Bushido – Literalmente “El camino del Guerrero

”. “Bushi” es la palabra japonesa más común para designar al guerrero,
aunque “samurai”es más conocida en occidente.
Hoy en día ambos términos se usan indistintamente.

No obstante en este artículo para referirse al guerrero japonés se usará principalmente la palabra “bushi”.


Honor, violencia y muerte

La primera oportunidad de identificar a una clase guerrera profesional surge en el Japón sobre el final del siglo IX
y principios del siglo X, como resultado de la incapacidad
de la corte gobernante de Kyoto para mantener la ley y el orden en las provincias.
Integrantes de poderosas familias locales, a los cuales el gobierno había otorgado títulos,
formaron bandas armadas para defender sus propios dominios y ayudar a sofocar
otras disputas locales con la inminente amenaza de violencia.
Bandas provinciales de bushi eventualmente formaron lazos feudales
afirmados por un intenso sentido de identidad como guerreros.

Ellos mantuvieron fuertes vínculos de lealtad nacidos de sus experiencias compartidas en combate,
así como también de las promesas de recompensas
económicas por los servicios prestados.
Para la época en que los guerreros establecieron su propio gobierno en el período Kamakura (1185-1333),
ellos ya habían desarrollado su propia cultura basada en un feroz apetito por la fama,
la gloria y el honor.
Aunque en esta temprana etapa esta cultura guerrera no fue codificada, fue conocida por diversas denominaciones como por ejemplo: bando musha no narai (costumbres del guerrero del este), yumiya no michi (el camino del arco y la flecha), kyuba no michi (el camino del arco y el caballo), y algunas otras.


De hecho, el término bushido comenzó a usarse recién al final del siglo XVI
y paso a ser de uso permanente y definitivo para referirse a la ética del guerrero a partir de comienzos del siglo XX.
Dejando de lado la nomenclatura, la fuerza impulsora detrás de la cultura del bushi
siempre ha sido el concepto del honor, y fue utilizado de varias maneras diferentes. Principalmente, el honor fue la base de un estilo cultural único para la identidad colectiva del bushi.
Sin implicar que nobles y campesinos carecían del sentido del honor, hay pocos ejemplos de aquellos que se esforzaron por mantener su honor a costa de sus propias vidas. Esto hizo que el honor del bushi se distinguiera, debido a la creación de reglas únicas para la interacción, que utilizaban expresiones honoríficas dirigiendo así el relacionamiento entre bushi con diferentes jerarquías.
Este fue el elemento de cohesión para la vida política y social de los guerreros.
Ellos además desarrollaron un impresionante deseo de realzar el nombre de su familia o ie, y fueron ferozmente competitivos en asegurarse de que su nombre o na pasara a la posteridad. En este sentido, el objetivo de buscar el honor y evitar la vergüenza quedó indisolublemente ligado a la destreza y el constante valor en el combate, y a un eventual monopolio en la habilidad para usar la violencia.
Naturalmente, como las expresiones de honor eran demostradas a través de la destreza en el combate y la violencia, el tema de la muerte ha sido siempre primordial en la existencia del bushi.
Como en el caso de los caballeros medievales de occidente, la tarea de matar no fue tolerada como un acto moral en sí mismo, aunque fue justificada de muchas y diferentes maneras. No obstante, el deseo del reconocimiento póstumo y una obsesión por la gloria personal, fue toda la motivación y la justificación necesaria para matar o ser muerto. Esto proporcionó al bushi la motivación para combatir valientemente por su señor (además de la promesa de recompensas económicas), y despreciar al bushi que fuera visto actuando de manera cobarde.
El estigma de la falta de coraje sería demasiada vergüenza a soportar para él y sus descendientes.

¿Los tiempos pasados fueron mejores?
A pesar de la honorable descripción del bushi en las historias medievales de guerra, la codicia por la tierra, el poder y la auto promoción fueron siempre prevalecientes en el contexto general. Esto tuvo su clímax en una de las más turbulentas épocas de la historia del Japón, sengoku jidai (el período de la guerra entre estados durante los siglos XV y XVI) en donde un enorme número de señores feudales rivales o daimyo competían para conquistar y eventualmente gobernar un Japón unificado.


Este fue un período en donde la lealtad al señor feudal era a menudo convenientemente pasada por alto a favor del provecho personal, y alianzas y promesas eran rotas con la misma frecuencia con que se realizaban. Fue un período volátil en el cual el ascenso o la caída de un importante daimyo, su casa y sus miembros dependía solamente de una traicionera puñalada. Esta precaria situación condujo a la proliferación de reglas (kakun), y leyes (hatto), intentando determinar un modelo de conducta para el bushi. Obviamente una clara indicación de la conducta modelo estaba muy lejos del status quo, resultando en un esfuerzo a gran escala para codificar el “camino” del guerrero.
El Bushi en esta era vivía su existencia en el límite. El período Sengoku, (a pesar de numerosas muestras de conducta desleal) fue reverenciado por las generaciones futuras como “los buenos y antiguos días” en donde los bushi eran hombres de verdad y se arriesgaban para ganar, o morían en el intento.
El problema de la paz Cuando finalmente el traicionero período Sengoku concluyó y el Japón transitó hacia una nueva era de paz bajo el Tokugawa Bakufu (gobierno militar desde 1603 al 1867), el bushi fue empujado a una situación única. Se había establecido una minoritaria clase de guerreros gobernando la nación con la virtud de su destreza marcial, pero sin oportunidad de demostrar su efectividad en el campo de batalla debido a la paz establecida. ¿Cómo podrían entonces justificar su existencia en el extremo superior de la nueva estratificación social shi-no-ko-sho (2) si no existían mas guerras?
Frente a esta situación, un grupo importante de eruditos resuelve el problema formulando y refinando un código de ética para los guerreros que mas adelante será llamado Bushido. La preparación para un nuevo sistema de pensamiento político y concientización del bushi emergieron, y comenzaron a circular argumentaciones entre las jerarquías más altas del gobierno defendiendo el centralismo del bushi en los asuntos de estado, y justificando entonces la existencia de un gobierno militar aún cuando la paz prevaleciera.
Por ejemplo, Yagyu Munenori (1571-1646) en su famoso tratado militar Heiho Kadensho, estableció que un gobernante virtuoso, tiene la habilidad para usar la fuerza militar con el único propósito de defender a las masas. De ese modo el mantenimiento de un gobierno militar benevolente era vital para el bienestar de la nación.
“A veces debido a la maldad de un hombre, diez mil personas sufren. Entonces hay que matar a ese único hombre para que los diez mil puedan vivir. En esta disyuntiva, la espada que mata llega a ser realmente salvadora de vidas” En otras palabras, el camino de la guerra era el camino de la paz. Tales argumentos fueron rápidamente aceptados y ayudaron a solidificar las resoluciones del Bakufu, pero luego durante el período Tokugawa los bushi de menor rango, transformados ahora en servidores asalariados y no combatientes se vieron en la situación de encontrar un significado a su existencia.
Prominentes eruditos como Yamaga Soko (1622-85) y Daidoji Yuzan (1639-1730) proveyeron al bushi del apreciado apoyo moral y de directivas populares para su accionar. Por ejemplo, Yamaga
Soko observaba retóricamente “el bushi come arroz sin cosecharlo, usa utensilios sin fabricarlos y obtiene ganancias sin tener que vender nada, ¿Cuál es la justificación para tal conducta?”.
  La estratificación social establecida por el gobierno militar ubicaba al bushi en el tope de la pirámide seguido por los campesinos, los artesanos y los comerciantes.
Su solución fue que la función del bushi en la sociedad era la de servir a su señor con lealtad y actuar como un ejemplo moral capaz de emulación por la otras clases sociales. En otras palabras, vivir la propia vida en estricta observancia de la correcta conducta moral y la etiqueta, manteniendo un extremadamente alto nivel de preparación militar a través de la práctica continua y el perfeccionamiento de las artes militares, sin descuidar la habilidad para las artes estéticas y las actividades educativas que fueron consideradas tan gloriosas como combatir valientemente por su señor. Si bien fue un sustituto mas seguro y menos excitante que la guerra, fue en cambio útil para satisfacer las necesidades de un creciente número de inquietos bushi.
Es interesante observar que aunque la muerte en su sentido literal dejó de ser una realidad, el concepto de “muerte” se idealizó para tomar el efecto de que la persona debía realizar sus actividades y deberes con absoluta abnegación.
Uno de los libros más leídos (y posiblemente mal interpretados) sobre el bushido escritos durante el período Tokugawa fue Hagakure, de Yamamoto Tsunetomo (1716), que contiene la famosa frase “el camino del guerrero se encuentra en la muerte”. Tsunetomo escribió este tratado en reacción a lo que él vio como un deterioro moral del bushi al verlos transformándose en “cobardes acumuladores de riqueza” olvidando con rapidez su honorable herencia de lealtad incuestionable y preparación permanente a encarar la muerte en todo momento.


Aún así, hubo célebres episodios durante el período Tokugawa en los cuales se demostró hasta que punto un verdadero bushi podía llevar su lealtad ofreciendo su vida. El ejemplo más obvio es la venganza de los cuarenta y siete ronin (bushi sin señor a quién servir). En 1701, un daimyo estando en el castillo del Shogun en Edo, desenfundó su espada y atacó a un funcionario debido a que su honor fue mancillado. Se le ordenó entonces al daimyo que realizara el seppuku (suicidio ritual) por haber cometido un serio atentado a la etiqueta.
Los bushi del daimyo, convertidos ahora en ronin, planearon y llevaron a cabo una venganza que culminó en asesinatos en el nombre de su señor. Luego de esto les fue ordenado el suicidio el cual llevaron a cabo los cuarenta y siete ronin en forma simultánea. La coherencia de su acción despertó elogios y críticas, pero también atrajo atención a la especial relación entre señor y vasallo de la clase bushi y reafirmó el ideal del bushi actuando con una lealtad y altruismo tal como para perder su propia vida.
El Bushido posterior al Bushi y hasta el presente A pesar de que la clase bushi fue abolida durante el período Meiji (1868-1912), no significó el final del bushido como fuerza emotiva absorbente. Las tradiciones bushi fueron brevemente suspendidas al principio del surgimiento de la modernización Meiji, para ser revividas a partir de 1880 cuando el péndulo cultural comenzó a moverse acentuadamente en una dirección nacionalista en donde la tecnología de occidente era complementada por el “espíritu japonés” (wakon-yosai). Prominentes eruditos como Inoue Tetsujiro buscaron vincular el bushido al servicio del estado asociándolo con el patriotismo y la devoción al emperador. El apasionado cristiano Uchimura Kanzo reinterpretó el bushido como la lealtad a Jesucristo. Sin embargo, el más influyente comentarista de todos los tiempos sobre el bushido es indudablemente Nitobe Inazo. En 1900 publicó Bushido: The Soul of Japan en inglés, en donde presentó una clara interpretación del bushido al mundo occidental minimizando los aspectos militaristas, anti modernos y anti cristianos, subrayando virtudes como la honestidad, la justicia, la cortesía, el coraje, la compasión, la sinceridad, el honor, el deber y la lealtad y el auto control. Él argumentaba que el bushido se difundió desde la clase bushi a todos los escalones de la sociedad japonesa y era distinguible en la resistencia física, la fortaleza y la valentía del pueblo japonés. ( A pesar de las numerosas imprecisiones históricas este libro es todavía uno de los más vendidos).
No obstante, una interpretación mas marcial del bushido entro en boga nuevamente cuando el militarismo de los años 30, y muchos soldados japoneses leían libros como los previamente mencionados Hagakure o Bushido, en su camino al frente de batalla. Luego del desastre de la segunda guerra mundial, el bushido cayó nuevamente en desgracia. Críticos extranjeros y también japoneses culparon al Bushido de haber provocado el comportamiento cruel de los japoneses en la guerra. Muchos japoneses renunciaron al bushido al verlo como responsable de la equivocada ideología militar que resultó en la derrota y vergüenza del Japón, y por considerarlo inapropiado para la nueva sociedad democrática posterior a la guerra.
Pero a pesar de todo, la permanente popularidad de las películas y libros sobre samurai sugiere que por más antiguo o ilógico que la tradición del bushido parezca al nivel consciente, mantiene todavía un considerable atractivo y contiene principios básicos de sabiduría “olvidada” que alivian las preocupaciones éticas de hoy en día.


Bushido al estilo de “El último Samurai”

Gi (Honestidad y Justicia) Ser honesto en los tratos con todas las personas. Creer en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.


Rei (Cortesía) El samurai no tiene razones para ser cruel. No necesita demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mas que animales. Un samurai recibe respeto no solo por su valor en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se muestra en tiempos difíciles.


Yu (Valor heroico) Levantarse sobre las masas de gentes que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.


Meiyo (Honor) El auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quien es en realidad. No puede ocultarse de sí mismo.


Jin (Compasión) Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.


Makoto (Absoluta sinceridad) Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de "dar su palabra." No ha de "prometer." El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción.


Chu (Deber y lealtad) Para el samurai, haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece totalmente fiel.

BUSHIDO LA GUÍA DEL PRINCIPIANTE (Alexander Bennett)


martes, 26 de enero de 2016

EL CÓDIGO SAMURAI

 El credo del samurai:
No tengo parientes, Yo hago que la tierra y el cielo lo sean.
No tengo hogar, Yo hago que el shintao lo sea.
No tengo poder divino, Yo hago de la honestidad mi poder divino.
No tengo medios, Yo hago mis medios de la docilidad.
No tengo poder mágico, Yo hago de mi personalidad mi poder mágico.
No tengo cuerpo, Yo hago del estoicismo mi cuerpo.
No tengo ojos, Yo hago del relámpago mis ojos.
No tengo oídos, Yo hago de mi sensibilidad mis oídos.
No tengo extremidades, Yo hago de la rapidez mis extremidades.
No tengo leyes, Yo hago de mi auto-defensa mis leyes.
No tengo estrategia, Yo hago de lo correcto para matar y de lo correcto para restituir la vida mi estrategia.
No tengo ideas, Yo hago de tomar la oportunidad de antemano mis ideas.
No tengo milagros, Yo hago de las leyes correctas mis milagros.
No tengo principios, Yo hago de la adaptabilidad a todas las circunstancias mis principios.
No tengo tácticas, Yo hago del vacío y la plenitud mis tácticas.
No tengo talento, Yo hago que mi astucia sea mi talento.
No tengo amigos, Yo hago de mi mente mi amiga.
No tengo enemigos, Yo hago del descuido mi enemigo.
No tengo armadura, Yo hago de la benevolencia mi armadura.
No tengo castillo, Yo hago de mi mente inamovible mi castillo.
No tengo espada, Yo hago de mi no mente mi espada.

LAS SIETE REGLAS DEL SAMURAI




Introducción

El Bushido, que literalmente significa "El Camino del Guerrero", se desarrolló en Japón entre las eras Heian y Tokugawa (S.IX-XII). El Bushido era el código, la ley, que regía las vidas de los samuráis, una clase de guerreros similares militarmente a los caballeros medievales europeos, pero radicalmente distintos a ellos en sus vidas cotidianas, fuera de la guerra. Los samuráis seguían un ceremonial específico cada día de su vida, así como en la guerra.

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