Es
posible aprender de todo, de periodos históricos, de series, de
películas, de obras de arte, de personas y de disciplinas. Por eso en
este artículo queremos hablar de los samuráis, espera… ¿qué? Sí, de los
samurais. ¿Por qué hablamos de estos guerreros japoneses en un blog de
recursos humanos? Pues porque esta élite militar, que gobernó Japón
durante cientos de años, tenía un estricto código ético que regía su actuar llamado bushido y del que podemos aprender para aplicarlo en las compañías.
¿Qué es el bushido?
Esta disciplina estaba compuesta por 7 valores: justicia, respeto, valentía, honor, benevolencia, honestidad y lealtad.
Desde
nuestra perspectiva, todas las empresas deberían ponerlo en práctica.
Por eso, hemos rescatado estos principios y queremos darles una mirada
más corporativa con el fin de llevarlos a las empresas.
Gi (justicia)
Sé
honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia, pero no
en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico
samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a
honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.
Rei (respeto, cortesía)
El
respeto debe ser siempre un pilar en todas las compañías. Al final, en
el trabajo se construyen relaciones humanas muy sólidas que en la
cotidianidad deberían estar regidas por este valor, independientemente
de las situaciones que atraviese un equipo o una empresa.
Además,
el respeto fomenta un ambiente seguro y cordial que, por un lado,
permite aceptar las fallas de otros, pero también reconocer sus
cualidades.
Yu (Valentía)
Creemos que la
palabra valentía se aplica sólo a las películas, las historias
heroicas, los cuentos, pero lo cierto es que vivimos este valor en
muchos aspectos de nuestra vida, uno de esos, por supuesto, es el
laboral.
Cita el bushido “Ocultarse como una tortuga en su
caparazón no es vivir. Un samurái debe tener valor heroico. Es
absolutamente arriesgado (…) Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo
por el respeto y la precaución”.
Con un mercado que cambia todos
los días, las empresas necesitan colaboradores que se arriesguen, que
apuesten por nuevas estrategias y salgan de sus zonas de confort.
¿Quieres que en tus equipos sean disruptivos? Desde recursos humanos,
puedes fomentar estas acciones por medio de una cultura organizacional
que permita la innovación pero también que les de la confianza de que si
toman riesgos y se equivocan, no tendrán consecuencias graves (sabemos
que hay casos donde no aplica, pero en general y bajo un protocolo bien
diseñado, te puede funcionar).
Meiyo (honor)
“El
auténtico samurái sólo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo.
Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de
quién eres en realidad” cita el bushido.
En un contexto laboral,
podemos traducir este valor más que al honor a la autogestión y
autonomía. De acuerdo con una investigación de Frontiers Psychology, brindar autonomía a los trabajadores en sus empresas aumenta su productividad.
Pero…¿cómo fomentar la autonomía en contextos empresariales? Te dejamos tres tips:
Define límites claros y sencillos.
Realiza una introducción a la autonomía de manera gradual.
Construye una cultura de confianza y responsabilidad.
Reconoce y recompensa el éxito.
Jin (Empatía y compasión)
De
acuerdo al bushido, los samurais siempre ayudan a sus compañeros en
cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, deben buscarla. Es
una lección interesante, las empresas están compuestas por equipos y
siempre podemos ayudar a cumplir mejor las metas de alguien (sin
descuidar las nuestras por supuesto) al final, la mayoría de objetivos
cumplidos en una compañía, son resultado del trabajo de muchas personas.
Makoto (honestidad)
Sin
honestidad o transparencia no hay confianza. Y la confianza es
fundamental en las compañías. Este valor genera entornos más favorables
para desarrollar el trabajo y cumplir los objetivos de la empresa,
además fomenta el trabajo en equipo.
Ser honestos en las empresas puede incluir las siguientes acciones:
No usar de mala manera la información de la empresa
No engañar a líderes o superiores
No compartir información confidencial a personas ajenas a la compañía.
No usar los recursos de la organización para un beneficio personal.
Reconocer los errores o situaciones adversas
Cumplir con las normas de la empresa.
Chuugi (lealtad)
Un
samurái es fiel a las personas que tiene a su cargo, pero también con
sus compañeros. En las empresas debería ser igual: existe un término
llamado lealtad organizacional y se refiere particularmente a la
capacidad de los colaboradores para ser fieles hacia un proyecto
empresarial.
Este valor está íntimamente relacionado a factores
como el clima laboral, cultura organizacional y liderazgo. Se trata, al
final de cuentas, de lograr que los colaboradores se comprometan con la
compañía y lo que hacen allí.
Estas son algunas acciones con las que puedes fomentar este valor en tu empresa:
Realiza actividades fuera del trabajo que permitan a los equipos integrarse
Fomenta el liderazgo positivo
Promueve el feedback constante
Crea un plan de beneficios
Prioriza el salario emocional
A
modo de conclusión, sin importar qué valores apliques en tu compañía,
es importante que cuides las virtudes que rigen a tu compañía casi como
si fuera el bushido de “ejército de guerreros”. Al final, los valores de
tu empresa son la base de una cultura organizacional sana que sigan tus
equipos.
Una mujer buscaba leña para su cocina, cerca del río, cuando cortando una rama de un árbol se le escapó el hacha de las manos y fue a parar al fondo del río.
La mujer rezó y suplicó a Dios, entonces, Él apareció y le preguntó:
¿Por qué estás llorando mujer?
La mujer respondió que su hacha se había caído al río.
Dios entró al río, sacó un hacha de oro y le preguntó a la mujer:
¿Es ésta tu hacha?
La noble mujer respondió:
Noooo Dios, no es ésa.
Dios entró nuevamente y sacó del río un hacha de Plata y volvió a preguntar:
¿Esta es tu hacha mujer?
No. Respondió la mujer.
Dios volvió nuevamente al río y sacó un hacha de hierro y madera y nuevamente preguntó:
¿Es ésta tu hacha?
Sí. Respondió ella, ésa es...
Dios estaba tan contento con la sinceridad de la mujer que la mandó de vuelta a su casa, regalándole las otras dos hachas, la de Oro y la de Plata.
La mujer fue con su amado esposo a mostrarle el lugar donde vio a Dios. De repente, él tropezó y cayó al río.
La infeliz mujer, que no sabía nadar, se puso a rezar y suplicar a Dios,
Él apareció y le preguntó:
Mujer, ¿otra vez tú? ¿Por qué estás llorando?
La mujer respondió que su esposo había caído al río y se había ahogado.
Inmediatamente, Dios entró al río, sacó de las mechas a Brad Pitt y le preguntó a la mujer:
¿Es éste tu esposo?
Sí , sí , sí.
Asintió la mujer.
Entonces Dios se enfureció:
¡Eres una mujer mentirosa! Exclamó.
Pero rápidamente la mujer le explicó:
Dios, usted perdone, pero fue un malentendido... Si yo hubiese dicho que NO, entonces Ud. me habría traído a George Clooney del río y si le hubiera vuelto a decir que tampoco era él, Ud. me habría traído a mi marido y cuando dijera que SÍ, Ud. me mandaría para mi casa con los tres hombres.
Mas yo soy humilde pero bien criada, con principios morales y no podría cometer
¡¡P O L I G A M I A!!
Por eso es que le dije SÍ al primero de ellos.
Dios halló justo el comentario de la mujer y la perdonó.
MORALEJA:
"Las mujeres tienen tan buenos argumentos, que hasta Dios les cree."
Estos son algunos consejos de Matthieu Ricard para aprender a meditar y practicar apropiadamente:
1. Una
mente sana debe actuar como un espejo, las caras pueden reflejarse en el
cristal pero ninguna de ellas se queda fija. Usa la misma técnica con
tus pensamientos, déjalos pasar a través de tu mente pero no te
obsesiones.
2. Es
imposible evitar que los pensamientos surjan, pero concentrarse en un
sonido particular o la respiración entrando y saliendo calma la mente
y le da mayor claridad. Controlar la mente no se trata de reducir tu
libertad, se trata de no ser esclavo de tus pensamientos. Piensa en ello
como dirigir tu mente como un bote, en lugar de dejarlo a la deriva.
3.
Practica la atención plena, pon atención a las sensaciones de tu
respiración estando y saliendo. Si te das cuenta de que tu mente divaga,
tráela de vuelta al concentrarte en tu respiración. Esto se conoce como
conciencia plena. Puedes aplicarla a otras sensaciones para traerte al
ahora en lugar de estar obsesionado con el pasado o el futuro. Puedes
enfocarte entonces en el calor, el frío, o los sonidos que percibes.
4. Una vez
que hayas adquirido cierta habilidad puedes utilizar eso para cultivar
cualidades como la bondad o manejar emociones perturbadoras. Todos hemos
sentido un amor que todo lo consume, aunque usualmente dura como 15
segundos, sin embargo puedes cultivar esta vívida sensación amorosa a
través de concentrarte en ello durante la meditación.
5. Así
como cuando se trata de tocar el piano, practicar durante 20 minutos
tiene mucho más impacto a largo plazo que unos pocos segundos. También
es importante una práctica regular.
6. Puedes
usar la meditación para conquistar emociones negativas. Puedes
contemplar tu experiencia como un fuego ardiendo. Si estás consciente de
estar enojado, no estás enojado, estás consciente. Estar consciente de
la ansiedad no es estar ansioso sino consciente. Si estás consciente de
estas emociones dejarás de alimentar el fuego y éstas se apagarán.
Frases sobre las emociones
Las emociones no son duraderas, por lo que existe la posibilidad de un cambio.
El desapego es la fuerza tranquila de alguien que está decidido a no
dejarse llevar por malos pensamientos ni dominar por ambiciones
superficiales, que robarían su tiempo para solo darle pequeñas y caducas
satisfacciones.
Compararnos constantemente con los demás es un tipo de enfermedad
mental que nos frustra y entristece. Cuando compramos un coche, es como
si llegásemos a la meta en ese juego, pero luego nos acostumbramos y
queremos un modelo más nuevo. Especialmente si otros lo tienen. Tenemos
que continuar comprando para tener más cosas que nos emocionen y
mantener el actual nivel de satisfacción.
Frases de Matthieu Ricard sobre la felicidad
La felicidad es un estado de satisfacción interior, no de satisfacción de innumerables deseos por cosas físicas.
Hay quienes son más felices de manera natural, pero su felicidad es
incompleta, vulnerable. La felicidad como forma de ser es una habilidad
que necesita esfuerzo y práctica a lo largo del tiempo. Así desarrollas
cualidades como la paz interior, el mindfulness y el amor.
La felicidad no llega automáticamente. No nos la regala un golpe de
suerte y nos la arrebata otro. Solo depende de nosotros. No nos
convertimos en personas felices de la noche a la mañana, sino con
constancia, día a día y mediante la transformación interior.
Incapaces de alcanzar la felicidad dentro de nosotros, la buscamos
en cosas externas, experiencias, maneras de pensar o proceder cada vez
más insólitas: hay que bajar las cataratas del Niágara, saltar en
paracaídas y abrirlo a escasos metros del suelo, etc., exponiéndose a
morir por algo que no vale la pena ser vivido. En definitiva, buscamos
la felicidad donde no existe.
Las encuestas han demostrado que la felicidad es más alta en países
en los que está asegurada la seguridad, la libertad, la independencia y
el acceso a los bienes básicos, educación e información. La gente está
más contenta en países donde se defienden los derechos individuales y
hay democracia. Es decir, los ciudadanos más felices viven en un clima
pacífico. Más allá de las condiciones económicas, aquellos que viven en
un régimen militar son más infelices.
Frases sobre la meditación y la mente
La gente cree que meditar es sentarse relajadamente debajo de un
árbol. En realidad es algo que cambia completamente tu cerebro y quien
eres.
Querer resultados inmediatos es propio de las mentes inestables o perezosas.
La razón última para meditar es transformarnos a nosotros mismos para poder transformar el mundo.
Todos tenemos el poder de liberarnos de la ignorancia y la infelicidad, pero la mayoría de la gente no lo sabe, o no sabe cómo.
Ponemos tanto empeño en solucionar los problemas externos… pero el
control del mundo exterior es temporal, limitado y (a menudo) ilusorio.
Muchas veces somos como aquel peregrino extenuado que lleva una
pesada mochila, llena de provisiones y piedras. ¿No sería mejor dejarla
en el suelo un momento para separar las provisiones de las piedras y
echar las piedras?
Frases sobre la vida
Si piensas que tu vida es del todo perfecta, una de dos: o eres un buda o eres un idiota.
Nos parecemos a los pájaros que por mucho tiempo han vivido
enjaulados, que vuelven a su jaula incluso teniendo la posibilidad de
escapar. La sola perspectiva de un cambio nos hace sentirnos mareados.
Antes de que sea demasiado tarde, tenemos que comprometernos
nosotros mismos a hacer lo que de verdad queremos hacer con nuestra
vida.
No nacemos sabios, nos convertimos en ello.
Otra forma de pereza es pensar «No es para mí. Es demasiado difícil.
Será mejor que no lo intente». Dicho de otras manera, abandonas la
carrera antes incluso de llegar a la línea de salida.
Ojalá cada momento de mi vida y de la de los demás fuera de sabiduría, prosperidad y paz interior.
Pocas personas se lamentan por los años que pasamos para educarnos o
adquirir alguna habilidad. Entonces, ¿por qué se quejan por la
constancia que se necesita para llegar a ser una persona equilibrada y
compasiva?
Uno puede ser considerado un gran moralista y luego no vivir en base
a sus principios morales. Pero deberíamos exigir que las personas y sus
enseñanzas sean compatibles porque la ética que solo se basa en ideas y
no es respaldada por hechos, no tiene una base sólida.
Hay quien piensa que en la vida tiene que haber días malos para
poder valorar mejor los días malos y disfrutar del contraste. Pero, ¿son
sinceros quienes afirman cansarse de una felicidad que no caduca? ¿De
qué felicidad hablan? ¿De los placeres que menguan, de una euforia que
se transforma en aburrimiento?
¿Puede tener un mal día el hombre más feliz del mundo? El monje budista y biólogo Matthieu Ricard no para de reír. Incluso ante esa pregunta.
Es que el experto en meditación, que nació en Francia pero decidió dejarlo todo para irse a vivir en un monasterio de Nepal, prestó su cerebro en 2004 para un estudio neurocientífico de la Universidad de Wisconsin a cargo del experto Richard Davidson. El objetivo de la investigación era determinar cuáles son los efectos que produce la meditación en el cerebro.
Los
números a los que alcanzó Ricard, que también es traductor del Dalai
Lama al francés, fanático de la fotografía y doctor en genética celular,
fueron tan impactantes que fue declarado, sin más, "el hombre más feliz del mundo".
"¿Un mal día? A veces uno puede sentirse cansado, tengo 72 años (risas). Pero si me siento cansado, descanso un poco (risas). Yo puedo disfrutar de cierto tipo de libertad porque tengo la posibilidad de decidir la dirección de mi propia vida, lo que creo que es una muy buena cosa", asegura en diálogo con Infobae.
Sus respuestas para casi todo, entonces, son la meditación, el altruismo y la compasión.
"La meditación te ayuda a conseguir tus recursos internos para lidiar con los altos y bajos de la vida. Con ella uno es menos vulnerable, menos inseguro. Entonces uno sabe que, sin importar lo que ocurra, uno va a estar bien. Incluso ante pequeñas tormentas o dificultades", afirma.
Pese a que en algunos momentos del año decide alejarse a meditar en las montañas, Ricard asegura que una de las claves para el bienestar se encuentra en el vínculo con los demás.
"Si uno se siente menos vulnerable está más abierto a los demás. Entonces la relación con los demás mejora y eso es algo enorme para tener menos stress, menos enojo, menos resentimiento. Tener una relación con los demás naturalmente buena es un gran activo en esta vida", sostiene.
Tener una relación con los demás naturalmente buena es un gran activo en esta vida
-¿Cómo vive siendo al mismo tiempo un hombre de la ciencia y un hombre de la religión?
-Bueno, no son dos mundos tan distintos para mí. La ciencia es un abordaje riguroso de la realidad. Y uno
de los objetivos del budismo es aproximar la brecha entre la apariencia
y la realidad e investigar cómo funciona la mente, de investigar los
estados de sufrimiento y felicidad. Por otra parte, el budismo
no es exactamente una religión en el sentido exacto del término, porque
no hay un creador. Así que nunca tuve ningún problema con eso.
-Hablando de la ciencia, fue ella la que determinó que usted es la persona más feliz del mundo.
–
(Risas) La ciencia nunca dijo eso en realidad. Porque, ¿cómo puede
saber la ciencia sobre la vida de millones de seres humanos? ¡Lo dijeron los periodistas! (vuelve a reír). Ocurre que en las neurociencias,
cuando uno genera un determinado estado de la mente que quizá no es
felicidad pero sí compasión o amabilidad amorosa, eso dispara unas olas
cerebrales que en mi caso fueron de una amplitud que nunca habían sido
registradas en las neurociencias. Pero no se trata solamente de
mí, le puede ocurrir a cualquier persona que medita desde hace muchos
años y que haya realizado entre 20 y 50 mil horas de meditación.
-¿La mente se puede entrenar para poder ser más felices?
-Uno tiene una mente y debes lidiar con ella desde la mañana hasta la noche. Esa mente puede crearte un montón de problemas pero también puede producirte un montón de satisfacción y felicidad.
Del mismo modo en que nos ocupamos de nuestra salud física y nuestro
aspecto físico, ¿por qué no ocuparnos de nuestra mente, que algunas
veces puede ser nuestro mejor amigo y a veces nuestro peor enemigo? Si
todo parece lucir bien en el exterior pese a que tu mente esté
totalmente deprimida luego no vas a disfrutar de nada.
Pero si tu mente está equilibrada, fuerte, libre, incluso enfrentando
alguna dificultad, no serás tan débil o fácil de desestabilizar.
Entonces es crucial lidiar con nuestras propias mentes.
-¿Usted cree que cualquiera está capacitado para meditar?
-Es que la meditación es hacer cosas que uno normalmente hace como, por ejemplo, sentir amor incondicional por un niño pequeño.
Eso viene pero en 15 segundos te ponés a pensar en otra cosa. ¿Y qué
tal si tomamos eso, ese sentimiento de amor incondicional por ese chico,
si llenamos nuestras mentes con eso, lo extendemos hacia otros seres
humanos y nos quedamos con eso por 10 minutos? Eso provocará un
cambio en lo que somos y la neurociencia muestra que si hacemos eso
entre 10 y 15 minutos por día durante un mes tu cerebro empezará a
cambiar.
-¿Qué
pasa cuando la gente dice "está bien todo lo de la meditación pero yo
tengo que dedicarme a pagar mis cuentas, cuidar de mi familia, ganar
dinero"?
-Si uno vive su vida de una
manera más equilibrada y menos estresante, de todos modos uno tiene que
pagar sus cuentas, se ocupa de sus hijos y hace todo pero con más resiliencia, con más fortaleza, con más libertad.
Pero de este modo no somos tan esclavos de todas esas condiciones.
Hacés lo mismo pero con una mente más equilibrada y más feliz, con otra
perspectiva mental. Y eso hace una gran diferencia al final del día,
especialmente pensando en lo referido al stress. ¡Pero no quiere decir que porque medites vayas a dejar de pagar tus cuentas!
-¿Qué es la felicidad para usted?
-La felicidad no debería confundirse con la sucesión interminable de episodios placenteros. Esa es la receta para el agotamiento, no para la felicidad (risas).
La felicidad es una manera de ser, es una manera de ser que viene con
el cultivo de un número de cualidades humanas, que son las mismas:
libertad interna, paz interior, fortaleza interior, amabilidad,
compasión. Si uno cultiva eso a través de su experiencia de vida y lo
posibilita a través del entrenamiento mental, entonces uno logra una
manera de ser que es más saludable. Y, nuevamente, eso te da las
herramientas para lidiar con los altos y bajos de la vida.
La
felicidad no debería confundirse con la sucesión interminable de
episodios placenteros. Esa es la receta para el agotamiento, no para la
felicidad
-¿Por qué cree entonces que la felicidad tiene mala prensa en algunos círculos o entre personas que la ven como una utopía?
-A los intelectuales parisinos no les gusta mucho la felicidad. Pero después el público dice: "¡Eso está mal, nosotros queremos ser felices!"
(risas) ¿Quién se levanta a la mañana y dice "quiero sufrir todo el
día"?Básicamente, algunas personas no ven cómo cultivar las habilidades
que se necesitan para la felicidad. Ellas requieren de algún esfuerzo y
algunos prefieren no hacerlo. Entonces es más fácil decir "no existe
algo así como la felicidad". O "está bien estar aburrido, estresado, la
vida es así, más colorida". Es como ir a un lugar bonito en medio de la naturaleza y decir "extraño los embotellamientos", "extraño la sala de emergencias del hospital". ¡No, por supuesto que no! (risas).
-¿Los niños pueden meditar también?
-El cerebro de los niños pequeños es mucho más plástico y plástico significa que puede cambiar más fácilmente y más rápido que el de los adultos.
En la actualidad exponemos a nuestros niños a jugar videojuegos
violentos y eso moldeará sus cerebros de determinadas maneras, mucho más
inclinados hacia la violencia o menos sensibles al sufrimiento ajeno.
Pero también podemos entrenar a los chicos a jugar de manera cooperativa, a ayudarse unos a otros, a hacer algo útil para los demás o calmar sus mentes.
A
los intelectuales parisinos no les gusta mucho la felicidad. Pero
después el público dice: ‘¡Eso está mal, nosotros queremos ser felices!’
¿Quién se levanta a la mañana y dice ‘quiero sufrir todo el día’?
-Según su experiencia, ¿la meditación se debe incorporar al sistema educativo?
-¿Qué
tal si cultivamos cualidades humanas en lugar de ser los primeros en
matemáticas, los primeros en esto o aquello? ¿Qué esperan los padres de
sus hijos? ¿Que sean felices, equilibrados, buenas personas en la
familia, buenas personas en la sociedad? ¿Y qué les enseñamos? A resolver ecuaciones matemáticas, a recopilar la mayor cantidad de información posible.
¡Por supuesto que todo eso es útil! Pero, al final, lo que uno quiere
es que la educación produzca a una buena persona, una persona buena y
feliz. Este hoy no es el foco principal de la educación y debería serlo.
Ricard es el padrino de honor del festival Anima, cine para el almaTras
doctorarse en genética en 1972, Matthieu Ricard se fue a vivir al
Himalaya. Desde allí dirige una ONG llamada Karuna, que realiza grandes
obras benéficas en la India, Nepal y el TíbetEl monje budista Matthieu Ricard es uno de los discípulos del Dalai LamaRicard fue parte de un estudio neurocientífico en la Universidad de Wisconsin
Le pregunté a uno de mis amigos que ha cruzado los 60
años, qué tipo de cambio está sintiendo en él.
“ Después de amar a mis padres, mis hermanos, mi
cónyuge, mis hijos, mis nietos, ahora he comenzado a amarme a mí mismo.
Me acabo de dar cuenta de que no soy
"Atlas".
El mundo no descansa sobre mis hombros.
Ahora dejé de negociar con vendedores de frutas y
verduras. Después de todo, unos pocos céntimos más no van a hacer un agujero en
mi bolsillo, pero podría ayudar al pobre hombre a ahorrar para las cuotas
escolares de su hija.
Pago al taxista sin esperar el cambio. El dinero extra
podría traer una sonrisa en su rostro. Después de todo, él está trabajando
mucho más duro que yo.
Dejé de decirles a los ancianos que ya han narrado esa
historia muchas veces. Después de todo, la historia los hace caminar por el
camino de la memoria y revivir el pasado.
He aprendido a no corregir a las personas, incluso
cuando sé que están equivocadas.
Después de todo, la responsabilidad de hacer que todos
sean perfectos no está en mí. La paz es más preciosa que la perfección.
Doy elogios libremente y generosamente.
Después de todo, mejora el estado de ánimo no solo
para el receptor, sino también para mí.
He aprendido a no molestarme por un pliegue o una
mancha en mi camisa. Después de todo, la personalidad habla más que las
apariencias.
Me alejo de las personas que no me valoran.
Después de todo, puede que no sepan mi valía, pero yo
sí.
Me mantengo tranquilo cuando alguien juega a la
política sucia para superarme en la carrera de ratas. Después de todo, no soy
una rata y tampoco estoy en ninguna carrera.
Estoy aprendiendo a no sentir vergüenza por mis
emociones. Después de todo, son mis emociones las que me hacen humano.
He aprendido que es mejor dejar caer el ego que romper
una relación. Después de todo, mi ego me mantendrá distante, mientras que con
las relaciones nunca estaré solo.
He aprendido a vivir cada día como si fuera el último.
Después de todo, podría ser el último.
Estoy haciendo lo que me hace feliz. Después de todo,
soy responsable de mi felicidad y me la debo.”
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
Ikigai (生き甲斐ikiɡai?) es un concepto japonés que significa «la razón de vivir» o «la razón de ser». Todo el mundo, de acuerdo con la cultura japonesa, tiene un ikigai.
Encontrarlo requiere de una búsqueda en uno mismo, profunda y a menudo
prolongada. Esta búsqueda es considerada de mucha importancia, ya que se
cree que el descubrimiento del propio ikigai trae satisfacción y sentido de la vida.1
El término ikigai se compone de dos palabras japonesas: iki (生き?), que se refiere a la vida, y kai (甲斐?), que aproximadamente significa «la realización de lo que uno espera y desea».
En la cultura de Okinawa, el ikigai se concibe como «una razón para levantarse por la mañana»; es decir, una razón para disfrutar de la vida. En una charla de TED, alrededor del minuto 10, Dan Buettner sugirió que el ikigai era una de las razones por las que la gente de Okinawa tenía una vida tan larga.2
La palabra ikigai se utiliza generalmente para indicar la
fuente del valor de la vida de uno, o las cosas que hacen que la vida
valga la pena. En segundo lugar, la palabra se utiliza para referirse a
las circunstancias mentales y espirituales en las que las personas
sienten que sus vidas son valiosas. No está necesariamente ligada a la
situación económica personal, o al estado actual de la sociedad. Incluso
si una persona siente que el presente es sombrío, pero tiene un
objetivo en mente, puede sentir el ikigai. Los comportamientos que nos hacen sentir el ikigai no son acciones que nos vemos obligados a llevar a cabo, sino acciones naturales y espontáneas.
En el artículo titulado Ikigai — jibun no kanosei, kaikasaseru katei (?)
(«Ikigai: el proceso de permitir que las posibilidades de uno mismo
florezcan») Kobayashi Tsukasa escribe que «la gente puede sentir el
auténtico ikigai solo cuando, sobre la base de una madurez
personal, de la satisfacción de diversos deseos, del amor y de la
felicidad, se encuentra con los demás y con un sentido del valor de la
vida, que avanza hacia la autorrealización».13