miércoles, 18 de enero de 2017

ENFRENTAR LAS PREOCUPACIONES CON BUEN ÁNIMO

En un fragmento del libro de Relaciones Humanas, del Obispo Rogelio Sánchez, podemos encontrar algunas formas para enfrentar las preocupaciones. Sin ningún orden en particular

1.- Preocupaciones presentes

Si nuestra preocupación es por algo presente, es útil el analizar cuidadosamente el problema, luego buscar lo que se puede hacer para solucionarlo, y finalmente decidirse por alguno de los medios que aparecen.

2.- No hacer grande lo pequeño

No agitarse por naderías. Válgase de aquel dicho popular: “Más se perdió en el diluvio”. Puede que le esté dando a ese problema mayor tiempo del que realmente requiere. Puede ue usted esté alimentando una ardilla con comida para elefante. Deténgase. Mire el problema de raíz. Evalúe el problema y tome nota de cómo resolverlo.

3.- Alegrarnos de lo que tenemos

No prestar atención fija en lo que no tenemos y que quizá ni falta nos hace. Muchas de nuestras exigencias no nos hacen felices, solo crean servidumbres y preocupaciones.

4.- No hagamos caso de críticas, calumnias o burlas.

Hagamos el bien y dejemos que critiquen, pues las críticas siempre existirán. Es frecuentemente que se critique a personas que valen y precisamente porque algo se están destacando. También a Cristo lo criticaron y aun lo traicionó un amigo. Que las críticas nos ayuden a perfeccionarnos, tómelas para bien

5.- Poner todo en las manos de Dios

El encomendarse a Dios y confiar en su poder y en su amor a nosotros, disipa muchas preocupaciones. La oración confiada es de lo mejores medio para tranquilizar en los problemas y para resolverlos mejor. Cristo sufría en el huerto de los olivos y le dio fortaleza.

Un consejo extra

Aunque el ejercicio en realidad no puede llegar a resolver los problemas que están causando que se sienta usted ansioso, participar en alguna actividad deportiva y tomar un descanso de esas preocupaciones puede relajar su mente y su cuerpo y hacer que piense luego de una forma más clara
Te invitamos a que en tus momentos de preocupación te dirijas a Dios orando con el salmo 33:
“Bendeciré en todo tiempo a Dios, sin cesar en mi boca su alabanza; Ensalzad conmigo a Dios, exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Dios y me respondió: me libró de todos mis temores. Si grita el pobre, Dios lo escucha, y lo salva de todas sus angustias.
El ángel de Dios pone su tienda en torno a sus adeptos y los libra. Gustad y ved lo bueno que es Dios, dichoso el hombre que se acoge a él.
Respetad a Dios, santos suyos, que a quienes le temen nada les falta. Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan a Dios de ningún bien carecen.
Huye del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella.
Los ojos de Dios sobre los justos, sus oídos escuchan sus gritos. Cuando gritan, Dios los oye y los libra de sus angustias;
Dios está cerca de los desanimados, él salva a los espíritus hundidos. Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libra Dios”.

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